Esta semana ANDÉN dialogó con Julio Alfonsín, ex legislador de la Cámara baja bonaerense e impulsor de la ley mediante la cual se dividió el distrito de Chascomús y se creó el de Lezama. En un gesto de humildad y honor, Alfonsín se trasladó hasta nuestra ciudad con el único fin de responder nuestras inquietudes. Nos encontramos con un hombre que, pese a toda la seguridad con la que defiende su proyecto, no se reconoce como un ganador ni anda con actitudes de zozobra, sino que –por el contrario–, se apasiona por sus ideales, defiende la convicción de su pueblo, reniega de que el conflicto dirigencial pueda tener eco en la relación comunitaria y responde los fuertes cuestionamientos que se presentan en lo que queda del distrito.

Andén: ¿Cómo ve la tensión entre hombre y ciudadano en la disputa entre Lezama y el resto del entorno?

Julio Alfonsín: Tomando la definición que vos recién marcabas,  yo creo que la lucha de Lezama podría enmarcarse en lucha por lograr un estadío superior de ciudadanía, una lucha por construir ciudadanía sobre la base de aspirar a lo máximo que puede tener un ciudadano que habite en cualquier pueblo de cualquier región: poder tener los derechos básicos y fundamentales del ciudadano plenamente satisfechos. Con eso me refiero a la posibilidad de elegir y de administrar sus propios recursos. En esto creo que se enmarca la lucha de Lezama. Estos dos derechos fueron los pilares que encolumnaron la necesidad de pelear por unidad.

Andén: ¿Y no ve cierta tensión?

J.A.: No. De lo que aquí se trata es de lograr una mejor calidad institucional, basada en estos derechos. Después, para arriba, en el marco de una igualdad de oportunidades con todos los pueblos de la región, creo que hay que trabajar juntos. El panorama hacia el futuro que yo veo es el de una micro-región, que es la que se define en la cuenca deprimida del Salado, con dos pueblos que son –­­­­­­­­­­­­­­­­de alguna manera– puntas de la región: Chascomús y Dolores, y los demás pueblos, como pueden ser Pila, Castelli, Belgrano. Lezama estaría, de alguna manera, por debajo, pero en el marco de una igualdad de oportunidades para que todos puedan trabajar sobre la base de la igualdad en la oferta que puedan tener desde el Estado provincial y donde haya una solidaridad entre todos los que integran esta micro-región.

Andén: ¿Cómo se siente hoy el ciudadano de Lezama?

J.A.: El ciudadano de Lezama hoy está viviendo días de felicidad. Toda vez que culmina una larga lucha, de más de cien años —que algunos creyeron que sólo podía ser un sueño—, toda vez que se logra un objetivo el ciudadano, el vecino, vive momentos de mucha alegría y de plenitud –desde el punto de vista de haber sentido satisfechas esas satisfacciones, esos sueños–.

Andén: ¿Y desde el punto de vista personal?

J.A.: Yo lo vivo con mucha tranquilidad, en un estado pleno, por haber cumplido con un deber, que era el de trabajar en la medida de las posibilidades, ayudar a que ese sueño se cumpla.

Andén: ¿Cómo percibe la respuesta que ha tenido Chascomús frente a este acontecimiento?

J.A.: No soy de los que observan la situación de Chascomús detenidamente y a diario, sino que la analizo más con una perspectiva que se aleja de cierta inmediatez. Por cuestiones personales, a los diarios de Chascomús hace tiempo que no los seguía, porque en alguna medida –y algún momento– no coincidía. Eso me hizo tomar cierta distancia (por una cuestión hasta de salud). Creo que en general es un tema que es difícil para una comunidad que tiene que transitar una etapa de estas características, pero yo creo profundamente en la potencialidad de Chascomús y que está en condiciones de seguir siendo un puntal en la región –que hasta hoy lo ha sido–.

Andén: ¿Entiende que puede haber ciertos conflictos entre las comunidades o entre los dirigentes?

J.A.: No. En este sentido creo que hay una relación entre pueblos, entre comunidades, inalterable. Hay lazos de amistad, de comercio, hay lazos profesionales, laborales que tienen ambas comunidades; eso se va a mantener, es inalterable. Sí, es cierto, ha habido una diferencia entre la dirigencia. Esta diferencia –de alguna manera– ha sido saldada por los acontecimientos que todos conocemos. Espero que en el mediano y largo plazo pueda haber un acercamiento; no tengo dudas de que este acercamiento puede ser beneficioso para ambos pueblos.

Andén: El último antecedente de separación de partidos fue el implementado por Duhalde, que respondía principalmente a intereses políticos. ¿No tienen miedo de que termine siendo una puja entre fuerzas políticas –sean peronistas o no–?

J.A.: En los últimos 26 años, ha habido nueve creaciones de partidos. La mayor parte se dieron en los años 1994-1995, en la época del gobernador Duhalde, en lo que se denominó el “proyecto Génesis 2000”. Ahí se llevaron adelante divisiones que tenían que ver con cuestiones políticas, partidarias; eran cuestiones internas del Partido Justicialista. No eran cuestiones vinculadas a un deber ser. Ésas fueron impuestas desde arriba. Vinieron desde el Poder Ejecutivo provincial.

El único antecedente que se registraba de abajo hacia arriba era el caso de Carlos Pellegrini, donde se había producido una división entre Carlos Pellegrini y Tres Lomas. En esa etapa el intendente era Mario Espada. Hubo un acuerdo entre ambas comunidades. Ese acuerdo fue llevado al Poder Ejecutivo ­–que era Armendariz– y éste lo envió a la legislatura y se aprobó. Ése fue el único caso de abajo hacia arriba que registra un acuerdo entre comunidades. En este caso –el de Lezama– el tema arrancó desde abajo y se dio por un trámite que se produjo por una injerencia del Concejo Deliberante. Después hubo un desacuerdo y se llegó a la instancia de la Legislatura, con los resultados que todos conocemos. Yo no advierto –cuando los procesos comienzan desde abajo–  que exista el riesgo de que responda a una interna política.

Andén: ¿Qué lectura política hace del hecho de que sea el peronismo –tanto el oficialista como el disidente– el que votó por la autonomía de Lezama? Sobre todo teniendo en cuenta que Chascomús podría ser definido como un bastión radical.

J.A.: El peronismo, en términos generales, ha sido consecuente con su propia historia. El antecedente que se puede encontrar de este caso data del año 1973, donde había avanzado más con el tema de Lezama; tuvo media sanción de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. El autor del proyecto de restitución del partido de Viedma fue un diputado del peronismo (del Frejuli) de Mar del Plata, Jorge Nelson Rizzo. Fue el peronismo el que avanzó sobre este punto. Por eso creo que el peronismo –en este punto– ha sido consecuente con su pensamiento.

Andén: En la coyuntura actual, ¿cree que es un rememorar esa historia?

J.A.: Creo que sí, porque muchos legisladores, al momento de votar, hicieron alusión al proyecto presentado por Rizzo.

Andén: En un momento, se había propuesto votar primero la Ley Marco. ¿Qué opinión tiene sobre eso?

J.A.: Bueno, yo fui autor de la Ley Marco de 2005-2006. Con anterioridad había propuesto el tema de la creación del partido de Lezama, porque creíamos que era necesario –antes que nada– poder establecer una regla general y un procedimiento general para que se pueda producir el debido trámite de estos procesos. La historia dice que este proceso se aprobó en Diputados y luego no avanzó en el Senado. Al no avanzar en el Senado y al no tener ese instrumento, la decisión fue la de presentar el proyecto en particular. A mí me parece, de cualquier manera, que es necesario que la Provincia avance en esta discusión porque estos temas no son simples; tiene que existir un mecanismo, un procedimiento general. Creo que es necesario analizar –ya que es una cuestión de fondo– una reforma (que es impostergable) del régimen municipal bonaerense. Se tiene que analizar lo que pasa en otras provincias del país, donde sobre la base de categorizar los pueblos –desde los más pequeños hasta los más grandes– se les permite dictar su propia Carta Municipal.

Con debido proceso me refiero a la posibilidad de que las localidades puedan hacer una petición que sea sustentable, que sea genuina, que tenga bases desde el punto de vista histórico, social, cultural. Esto lo digo porque hay algunas peticiones de algunos pueblos que no tienen esos sustentos, y es necesario que todos estos procesos tengan estas bases: en lo territorial, en lo institucional. Son características que tienen que tener todo este tipo de peticiones que luego puedan ser estudiadas y analizadas

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