» Es en serio” podría decirse, “no es en joda” diríamos los porteños.

El Uruguay camina hacia el socialismo democrático sin ningún tipo de prurito, lo he visto, estuve ahí, estuvimos ahí justificando nuestro desconsuelo ante la falta de compromiso, solidaridad y formación de los militantes y de la política argentina en general. No es exagerado, es la triste realidad.

Las conductas de la dirigencia argentina, en todos sus ámbitos, está signada por la falta de reglas claras que permitan establecer criterios básicos de convivencia democrática; ésta sería la discusión de forma y no de fondo.

Pero es imposible hablar de cualquier plan, pacto o consenso que defina la Argentina de por lo menos, los próximos diez años, en esta esquizofrenia. Hablar de la distribución de la riqueza; del uso de reservas para el desarrollo; de eliminar la niñez desamparada; del desarrollo técnico y científico de la clase obrera argentina; de la transformación del sistema político concentrado, que deja a las provincias argentinas huérfanas de políticas nacionales activas o simplemente de avanzar sobre los impuestos regresivos que perjudican el circuito y proceso productivo del mercado interno argentino, que cercena la mesa familiar de muchos hogares es prácticamente imposible en este escenario de violencia y revanchismo. Los enemigos no están en el gobierno, que son los representantes del pueblo electos en elecciones libres. El enemigo está en otro lado y para nuestra suerte no tiene forma humana, tiene forma de bono o de multinacional que saca pero no invierte; o de señor que pretende que comamos soja pero importemos petróleo y carne en unos años, pocos años.

Esto no dice que la conducta de los uruguayos sea tímida —a la hora de sentar posición son los más violentos ante la injusticia y los más racionales ante el consenso, y han sido constructores de su herramienta política durante casi 30 años—; hablo del Frente Amplio, que defiende constantemente: “Las causas importantes necesitan ser respaldadas por esos seres colectivos que son los partidos políticos y la gente organizada”, José Mújica.

El Frente Amplio funciona con democracia interna, respeto a las minorías y discurso unificado ante el resto del arco político. Las diferencias internas son discutidas pero hay puntos básicos que son respetados. Y dirimen mediante el voto candidaturas que están determinadas por el grado de aceptación popular y no por un proyecto personal del candidato. En todo caso lo que define todo es un proyecto político colectivo por encima de las individuales circunstanciales.

¡Nadie pierde su identidad muchachos! Debemos tomar el guante de nuestros hermanos uruguayos y dejar este juego perverso de la destrucción del adversario. Por lo menos si no queremos que nos fagociten nuestras propias mezquindades.

Hay una necesidad de los militantes políticos de elevar el debate porque son tiempos complejos e injustos los que se vienen y, peor aún, de mucha confusión. No estamos en condiciones de perder tiempo. La centro izquierda argentina se parece más a un grupo de estrellas de cine que a hombres comprometidos con su tiempo y su gente.

Ver a Pepe entre la gente como uno más da, señores, una envidia feroz.

Debemos encontrar el rumbo, que nos permita obtener en poco tiempo cuadros populares que respondan a los intereses de las mayorías silenciadas. Y para esto fortalecer la UCR y converger en un frente de centroizquierda, condición necesaria para poder hacer de la argentina un país un poco más normal.

Mujica dice: “ser de izquierda es una sensibilidad; después se construye todo un andamiaje, pero cuando se arranca es una sensibilidad. No sentís porque comprendés. Sentís primero y después comprendés. Es como el amor, primero lo sentís y después pensás qué te está pasando. Cuando encontrás las palabras para declararte, hace rato que estás enamorado. Ésa es mi manera de ser de izquierda”.

Se entiende que hay muchos sensibles de izquierda, muchos… Falta ahora construir ese andamiaje cuya tarea es difícil pero posible, no por nosotros sino como dice el Pepe: “por los que nunca dejan de luchar”.

Es por eso que resulta totalmente necesario replantear la agenda y la conformación de la centroizquierda en la Argentina. Los partidos tradicionales fueron cooptados transversalmente por el neoliberalismo. Eso define al día de hoy sectores dinámicos y complejos que han resistido el embate de la derecha económica y política . Es con esos sectores que no negociaron las causas nacionales que debemos construir un frente del carácter y métodos del frente uruguayo.

Alfonsín planteaba en 1985 la “convergencia democrática”, quiero decir con esto que construir poder democrático para nosotros no es ninguna novedad. Pero han cambiado los actores y el contexto. Hoy es necesario un esfuerzo aún mayor en la Argentina para poder cimentar una herramienta de estas características, siendo imprescindible reasumir o profundizar un compromiso ético pero dotarlo a su vez de un vigoroso espíritu de acción constante y cotidiana.

La batalla cultural en el seno de la sociedad debe ser el primero de los pasos a dar para revalorizar la actividad política y su instrumento central que son los partidos políticos. Es sin duda una condición necesaria pero no suficiente para los radicales desterrar desde ahora y para siempre los prejuicios sobre otras fuerzas democráticas. Hemos cometido errores gravísimos al construir mayorías de un solo partido o movimiento. El alfonsinismo y el Frente Amplio nos demuestran que sólo la confluencia de ideas en un mismo espacio programático, posibilita construir poder para resistir con mayor fuerza a los sectores nacionales e internacionales que atentan contar el bienestar y la democracia de Argentina y del resto de América Latina.

El Uruguay late, Argentina resiste con un By Pass, los militantes políticos tenemos el deber de dotar al país de un sistema de partidos que recupere la convicción, la pasión y la alegría de sus sujetos políticos participativos allí donde nos encontremos.

Para los radicales, paraos tipos de izquierda: un estilo de vida.

No es joda, Pepe…

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