Antes de continuar nuestro recorrido quiero hacer una salvedad: a medida que vamos acercándonos a nuestros días, la cantidad de material disponible aumenta de manera exponencial; por este motivo les sugiero que tomen esta columna como un punto de partida y no como un punto de llegada. Quizás aparezcan nombres de los que no haga ningún comentario pero que fueron significativos para el género en que se inscriben; su presencia en el texto es una insinuación. El objetivo de esta sucesión de artículos es despertar su curiosidad para que luego ustedes realicen su propio camino.

 En esta oportunidad abordaremos dos géneros que, en esencia, están emparentados con la ópera y que, asimismo, tienen numerosas diferencias entre sí. Se trata de la cantata y el oratorio.

La ópera es representada escénicamente pero tanto el oratorio como la cantata, no. Por otra parte, la ópera y el oratorio son géneros de amplias dimensiones y la cantata es tan sólo una escena pequeña. Asimismo, tanto la ópera como el oratorio contienen diálogos, pero la cantata, la mayoría de las veces, carece de ellos. Por otro lado, mientras que el texto del oratorio es sacro y el de la ópera es secular (en cuanto a cristianismo se refiere), el texto de las cantatas puede ser de uno u otro tipo.

En esta ocasión, nos acercaremos al oratorio del Barroco medio a través de la figura de Giacomo Carissimi (1605-1674) y luego haremos una aproximación a la cantata del Barroco tardío con el augusto Johann Sebastian Bach (1685-1750)

El oratorio es una composición dramática, sagrada, aunque no litúrgica, en la cual se presentaba un tema bíblico desarrollado en la forma de recitativo, arioso[1], aria, conjunto y coro, casi siempre con la ayuda de un narrador o testo[2] (también llamado historicus). Este género debe su nombre (salón de oración) al lugar en el que un grupo de laicos devotos oraba y cantaba canciones devotas. Debido a que el oratorio contaba con un libreto en verso, sin importar si el texto era bíblico o no, siempre estuvo más cerca de la ópera que de la liturgia.

Podemos distinguir dos tipos de oratorio: el oratorio volgare, en italiano, y el oratorio latino, en latín. Luego de la muerte de Carissimi el oratorio volgare cobró supremacía sobre el latino.

Antes de avanzar a la obra que nos compete, quiero mencionarles los oratorios de Haendel (El Mesías, Saúl, Israel en Egipto, Judas Macabeo, Josué, etc.) y los de Johann Sebastian Bach (Oratorio de Navidad[3], La Pasión según San Juan y La Pasión según San Mateo[4], aunque él no catalogara las pasiones como oratorios).

 

La obra maestra de Carissimi es Jephta. El libreto, de autor desconocido, está basado en el Libro de los Jueces XI: 29-40. En la historia Jefté jura que si el Señor le concede la victoria en la batalla, sacrificará a la primera persona que salga de su casa a saludarlo cuando retorne al hogar. Luego de triunfar sobre los amonitas, Jefté vuelve a su morada y quien sale a recibirlo es su hija. Ella solicita a su padre que le permita ir a los montes a llorar su prematura muerte durante dos meses.

El narrador aparece en distintas voces, conforme la acción lo requiera. Las secciones corales, que representan los afectos y a veces toman parte en la acción, poseen una marcha rítmica muy marcada y suelen ser una sucesión de acordes. El lamento final, primero en voz de la hija, luego en las voces de sus amigas, y, para finalizar, en un coro a seis voces, no tiene desperdicio. Es un momento de profunda tristeza y desasosiego. Realmente vale la pena escucharlo.

La cantata debe su nombre a que es cantada. En sus inicios, no contaba con la forma que luego tomaría, ya que el vocablo cantata definía sólo un medio de ejecución y no un tipo de composición. La forma quedó definida hacia mediados del siglo XVII: recitativos y arias alternados (dos o tres de cada uno), para voz solista con acompañamiento de continuo, sobre temas generalmente amatorios, bajo la forma de narración o soliloquio. Estaba concebida para ser ejecutada en un salón y para públicos pequeños. El resultado se parece a una escena separada de una ópera. Este tipo de cantata se denomina cantata da camera y sus compositores más importantes son Carissimi, Luigi Rossi, Bárbara Strozzi y, sobre todo, el prolífico compositor de más de 600 cantatas Alessandro Scarlatti (1660-1725).

La figura de Alessandro Scarlatti no debe pasar desapercibida. Es un compositor importantísimo para el género. Mi intención es instarlos a escuchar su música. Lamentablemente, la disponibilidad de su obra es harto desordenada, motivo por el cual en esta ocasión me es imposible recomendar una obra en especial.

Como vimos hasta ahora, los iniciadores de este género son italianos; pero el período de gloria de la cantata se lo debemos a los alemanes Haendel y Bach.

La producción musical de Bach está casi totalmente ligada a los trabajos que tuvo. En Leipzig, donde transcurrió el último período de su vida, debía componer una cantata por domingo y fiesta del año eclesiástico[5].

Bach no compuso óperas. Sin embargo, sus cantatas seculares o dramma per musica, como él las nombró, vienen, en parte, a saldar esta deuda. Su naturaleza está más cercana a la forma cantata que detalláramos en un principio. Se trata, como dice Bikofzer, de “(…) todo un tesoro de música dramática y humorística (…)”[6].

Sus obras maestras dentro de este género son: La cantata del café (BWV 211), La contienda de Febo y Pan (BWV 201), El Eolo sosegado (BWV 205) y Hércules en la encrucijada (BWV 213).

  

En esta oportunidad me interesa recomendarles que escuchen Schweigt stille, plaudert nicht o La Cantata del Café, en la que se parodia el gusto burgués por esta bebida. Los personajes son Schelendrian, su hija Liessgen y el narrador (que aparece al inicio y al final de la obra, al estilo del oratorio). El padre quiere que su hija deje de tomar café, bebida por la que Liessgen siente gran fascinación. A ella no le importa dejar todos sus placeres mientras no sea privada de su brebaje. Luego, el padre le ofrece un marido sólo si deja su hábito. Ella accede, pero cuando Schelendrian sale en busca del prometido, Liessgen hace el voto de casarse solamente con quien la deje tomar cuanto café se le antoje.

Musicalmente, esta pieza es de una espontaneidad poco frecuentada en el gran maestro. Está escrita para tres cantantes, flauta traversa, cuerdas y continuo. Consta de diez números, de una duración total de aproximadamente veinte minutos. Los recitativos tienen acompañamiento de continuo y las arias son de un tono humorístico. La composición de los personajes nos recuerda la opera buffa. Bach creó para las arias una atmósfera socarrona que permite acercarnos el Barroco tardío en su cumbre más alta.

Hasta aquí hemos visitado una parte de la vasta producción de la música vocal del Barroco. Como vimos, su evolución ha sido magnífica y los resultados están a la altura. Monteverdi, Purcell, Pergolesi, Carissimi y Bach, son sólo una pequeña e importantísima porción de lo que el Barroco vocal tiene para ofrecer. Los invito a descubrir su música y a apreciar su excepcional e inagotable encanto


[1] Es una composición que se encuentra a mitad de camino entre el recitativo y el aria.

[2] Bukofzer, M, La música en la época barroca, Alianza Música, Madrid, 1994, Pág. 134

[3] Aunque, en realidad, es una serie de cantatas independientes para seis días festivos consecutivos.

[4] Considerada la cumbre de la música religiosa de Bach.

[5] De las 216 cantatas que se conservan, sólo 30 fueron compuestas para fines seculares.

[6] Bukofzer, M, La música en la época barroca, Alianza Música, Madrid, 1994, Pág. 303


 Bibliografía:

. Bukofzer, M, La música en la época barroca, Alianza Música, Madrid, 1994

. Grout – Palisca, Historia de la música occidental, 1, Alianza Música, Madrid, 2001

. Schweitzer, A., J. S. Bach El músico-poeta, Ricordi, Buenos Aires, 1955

. Suárez Urtubey, P, Historia de la Música, Claridad, Buenos Aires, 2007

. Zamacois, J, Curso de Formas Musicales, Labor, Barcelona, 1971

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