Este ANDÉN se caracteriza por una propuesta y una pregunta. Puede admitirse la convención: venir en un tren y llegar a una propuesta y una pregunta es una cuestión al menos paradójica, cuando no extraña y antinatural. Pero justamente es lo extraño y lo natural (o su antítesis) el destino de tantas hojas y tantos litros y litros de tina –o energía para los contemporáneos-. La cuestión es, entonces, un tema complejo, y cómo encararlo, cuánto más…

 

Es que si se pretende hablar seriamente de cosas complejas como la sexualidad, el tabú y el aborto, ¿puede convocarse así, sin más, a reflexionar sobre el tema? ¿Cuál es el marco adecuado? ¿La intención que consume el detrás? ¿No son acaso mejores alternativas hablar seriamente de cosas simples, o por el contrario, discurrir jocosamente sobre lo complejo?

No vaya a pensarse que aquí se viene a promulgar una verdad revelada o una tesis oculta al resto de los mortales. Por el contrario, se viene a pedir permiso a la opinión, a la discreción y la necesidad. Se trata de generar, al menos, las condiciones básicas para que lo necesario se convierta en piso de lo adecuado.

En ese orden se abren las discusiones a principio mismo de viaje: “Ya se produjeron muchas tentativas de debate, pero no se ha podido establecer una discusión profunda (o, al menos, seria) alrededor del tema; con respecto a esto, la última tapa de la Barcelona dio en la tecla: existe una hegemonía muy fuerte del sector anti-abortista, pero los fundamentos quedan en lo enunciativo, no en lo argumental. La idea de esta parada es ampliar el espectro lo que más se pueda (incluyendo, si se puede, posiciones anti-abortistas con fundamentos): tomarlo desde una visión integral, que incluya el problema de la educación sexual (acá existe una profunda tensión con la Iglesia Católica, por el conflicto que se genera entre la religión oficial y las políticas de un Estado laico), el acceso a la profilaxis, las políticas estatales de prevención de enfermedades venéreas, el problema del embarazo adolescente, una mirada clínica (…), una visión de género, entre otras”.

Y se piensa, casi sin partir aún: “la discusión en «el aborto» contradice las posturas integrales que venía teniendo. De hecho el número sobre Sexualidad Adolescente [ANDÉN Nro. 16] fue un intento por frenar la tendencia a caer en el tema del «aborto».”

Es que analizar el aborto, así sin más, es una discusión abstrusa sino ridícula, ¿Qué sentido tiene arrojarse de lleno a una pileta donde sabemos que no es agua lo que nos espera? O mejor aún: ¿Cómo nadar en el aire? Intentar abarcar el tema “aborto” descontextualizado de toda situación económica, sanitaria, histórica, política y social, equivale a nadar en el aire, donde la fuerza y la voluntad por más que se tengan, jamás permitirán avanzar.

Así, con un proyecto de ley en lenta tratativa por el Congreso de la Nación [La tapa de la revista Barcelona Nro. 183 es ilustrativa al respecto: “CONSENSO, la Presidenta, Elisa Carrió, el peronismo disidente, la Iglesia, la Mesa de Enlace, las Fuerzas Armadas y la inmensa mayoría de los legisladores coinciden en que ‘ni en pedo’ aprobarán la legalización del ABORTO”], se abre, se genera la necesidad de pensar uno de esos temas de antaño que conserva plena actualidad.

Ahora usted, ya se preguntó cuánto puede aguantar el tema, hasta qué punto su moralidad, su realidad, su formación, su experiencia y demás, no lo limitarán y rechazarán cualquier propuesta de pensamiento que se proponga alternativa –y no necesariamente superadora-. Éste es el primer desafío. Ya que en tanto la licencia a la disidencia jamás supere la propia voluntad, ¿se puede hablar de pensamiento o acaso reflexión?

Asumiendo este primer paso, vale preguntarse: ¿Qué tiene que ver el proyecto de ley sobre la interrupción voluntaria del embarazo con el tema político de fondo? Todo y nada a  la vez. Nada, en tanto el simple rechazo a la posibilidad de pensamiento anula toda relación. Todo, en tanto cualquier decisión ya presupone una concepción política, y por tanto biológica, económica, social, cultural, etc. Y entonces se oscila entre políticas públicas de salud sexual y política a secas.

La propuesta consiste en tener la capacidad para abstraer el detalle y abarcar el problema. Pensarlo en su integridad. Darse la posibilidad de superar la barrera de la desconfianza infantil, de la superioridad injustificada, de la precocidad voluntaria; para lograr abarcar de una y por todas la disciplina entera.

Y entonces, retomando el principio de estas líneas, la propuesta pensar el aborto (lo que en ningún modo equivale a aborto a secas) se conjuga y mimetiza con el cómo hacerlo y, fundamentalmente, con su cuándo. Animarse a abordar la diferencia, que es en definitiva la realidad que asedia, es la propuesta de esta publicación. Pensar la circunstancia que circunda, abstraídos de la posibilidad de influir en la intervención que de los contenidos, inmersos voluntades ajenas y situaciones dispares, es una licencia inexcusable a la sanidad de las ideas■

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