Lo malo de hacer política para la tribuna es que las buenas medidas acaban en la misma mesa con el pan y con el circo. Y tienen como fin distraer al hambriento sobre la falta de cena.

Hacer lo que la gente quiere, como sea, puede ser muy democrático pero no del todo sabio. Los pueblos y las masas tienden a ser volubles con lo que desean y así como hoy aplauden a los que hoy se llama a sí mismos proyectos nacionales y populares, ayer aplaudieron con vítores a quienes sepultaron al estado de bienestar. El gobernante populista toma medidas, por supuesto, el electorado no es tonto, pero apela con ellas al sentimiento que genera el aplauso y la pasión porque el corazón no tiene ideología ni razón ni noción de conveniencia. Apela al símbolo, al mito, a la leyenda gloriosa y grandilocuente que lo enfrenta con molinos de viento para construirse un rostro que enmascara el deseo de poder y el egocentrismo de propios y extraños. No está mal, suele ser efectivo, pero a larga genera más conflicto que el que resuelve, no cambia la estructura económica e inunda la opinión de una polaridad fascistoide en ambos lados del arroyo.. 

Un gobierno popular es otra cosa; que se da solo en el mejor de los mundos posibles, cuando a pesar de las diferencias un grupo de gente se llama iguales y no enemigos. Acuerdan y respetan ese acuerdo para beneficio de los que tienen hambre desde siempre y para la calma de los que tienen miedo. Por eso 5 discos 5 populistas, tribuneros, que chamullan lo que nunca fueron y son la peor expresión de lo que se pretende como ejemplo.


 

Con el rock en las venas – 2004 – La 25. El llamado rock chabón siempre se ha caracterizado por sus temáticas acerca de las drogas, el alcohol, las mujeres fáciles y la noche. No por tener una sincera vocación de tematizar el reviente sino para generar una empatía con el oyente bajo la pretensión de que los que están en el escenario son iguales a los que están debajo. Un error conceptual grave. Cuando el artista no se ve a sí mismo como tal sino como uno más, el mundo no puede ser transformado. Las guitarras de una banda como la 25, la voz de su cantante, el golpetear de su batería remiten a cientos de miles de bandas de barrio rock y blues que siguen ensayando en un garaje porque les falta práctica. Viejas Locas y Heroicos Sobrevivientes deberían sentir vergüenza de haber inspirado errores como este.

 

Amaia montero – 2008 – Amaia Montero. ¿Por qué abandonar una banda exitosa como la Oreja de Van Gogh para hacer un disco como este? ¿Qué hay de distinto entre una banda que hace pop para adolescentes y una solista que hace pop… para adolescentes? Nada, o mejor dicho, mucho menos. La oreja de van Gogh se caracterizaba por sus letras pegadizas y en algunos casos originales. Melodías sencillas y dulces a medio camino entre la balada y la canción apta para todo concierto y fogón. La voz de Amaia, una de las más dulces en la España reciente. Pero este disco carece de letras y melodías identificables. Lo que se realizó con la pretensión de ser una vuelta de tuerca de una fórmula probada acabó por ser un soporífero disco de amor para púberes entristecidos de domingo a la tarde. La mejor forma de desperdiciar una preciosa voz. No popular, populista.

 

Moda y pueblo – 2005 – Fito Páez. ¿En qué momento de su carrera Páez abandonó su vocación de rock star? Cuando empezó a parecerse a Luis Almirante Brown, el personaje de Capussoto, es decir, Cuando pretendió ser una reactualización de Spinetta y Lito Nebia. Cuando creyó que su vasta cultura podía ser puesta en canciones que despertaran los mismos sentimientos que su trilogía sagrada compuesta por Ciudad de Pobres Corazones, Tercer mundo y El amor después del amor. Este disco con reversiones orquestadas de sus clásicos no funciona como homenaje a esas piezas maravillosas sino como recordatorio del gran letrista que fue y que hasta el momento no ha vuelto a ser. ¿Era necesaria una orquesta? ¿Sus canciones pedían un acompañamiento de ese tipo? No. Y la voz actual de Páez, una triste sombra de la que tuvo en los ochenta, no está ya a la altura de su leyenda. Y eso es muy, muy triste.

 

Black ice –  2008 – Ac/Dc. ¿Puede un excelente disco ser un mal disco? ¿Puede una de las bandas con más seguidores en el mundo entero entrar en este conteo populista? Por supuesto, porque este, uno de los mejores discos de hard rock de la década es igual a todos y cada uno de los discos que Ac/Dc realizó en toda su carrera. Ni un solo elemento nuevo. Pura y exclusivamente lo que el público esperaba de ellos. Hay una razón por la que nadie les pide que innoven su sonido. Porque, ellos mismos lo han dicho, no saben hacer otra cosa. Los tiempos cambian y con ellos las tecnologías y el público pero ellos siguen convocando al espíritu de Back in black (1980) y ciertamente lo logran; pero el arte es también riesgo y sorpresa y el pueblo no siempre tiene la razón.

 

The bigger bang  – 2005 – Rolling Stones. Rock para estadios repletos de gente. Rock para estar en cueros en el campo revoleando la remera. Rock con la voz de Jagger y las guitarras de Richards. Rock como hace 50 años pero esta vez sin sorpresas, con más tecnología, con un volumen impresionante pero ignorando todo el rock que ocurrió desde su primer disco. No es, lo que se pretendió una vuelta a los orígenes. Eso lo consiguieron con el concierto/documental Shine a light (2008) una muestra de por qué son lo que son en la memoria popular. Pero el disco del que hablamos no tiene esa virtud, no tiene nuevos hits para aportar a su historia, ni grandes letras ni grandes interpretaciones. Un disco para pagar las cuentas de sus mansiones, casi por obligación, para saciar las ganas de los fans de escuchar una vez más a los abuelos rockear como si fueran los salvajes adolescentes que todos algunas vez soñamos ser.

 


Entrada anterior Ollanta Humala: Otra patología en la región – Andén 59
Entrada siguiente Carne, carne, carne – Editorial 60

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *