Una gran barcaza que llevó en todas sus idas a grandes personajes de la vida política argentina. Aquí hacemos un recuento de las formas que hay para el tratamiento de los cuerpos una vez inertes, para concluir con la más desgarradora de las verdades.

Mi madre estaba sentada al borde de la cama, me había despertado intempestivamente con lágrimas en los ojos,  pidiéndome que jure no volver a tirar petardos o fuegos artificiales en las fiestas. Yo tenía 12 años como mucho. La verdad es que no entendía de qué estaba hablando, el porqué de su estado y su llanto. Luego me explicó todo. El pobre Tomi, alterado por el ruido, había saltado la medianera y lamentablemente estaba atado. Mi madre había encontrado muerto a mi perro de toda la vida.

El ahorcamiento fue una de las formas de ejecución más utilizada en la edad media, junto con la guillotina. Al ahorcado se le colapsaban los vasos del cuello y solo podía durar unos minutos como máximo si el verdugo había hecho bien su labor.

Pero… ¿qué pasa con los cuerpos sin vida?

Un personaje de la novela grafica más reconocida en el mundo, The Sandman, nos explica que existen varias maneras de tratar los cuerpos muertos: la más común en todo el mundo es el entierro. Los cuerpos de algunos de nuestros personajes históricos más admirados fueron tratados de esta manera. Por ejemplo, El creador de nuestra bandera, jefe del regimiento del norte, aquel avanzado de la época quien ya hablaba del trabajo esclavo y de la educación gratuita en “todas las ciudades, villas y lugares que están sujetas a nuestra jurisdicción”. Este prócer se encontró en la Posta de Yatasto con quien fue uno de los dos grandes libertadores americanos, aquel gran militar que supo ser gobernador de la región cuyana y no tuvo miramientos al confiscar bienes de españoles que no apoyasen la libertad auténtica de los pueblos. El mismo que le dejó su legendario sable a un tercero en su testamento al ver la “firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que tentaban de humillarla». Con esta sable el gobernador de Buenos Aires reacomodó la política argentina de la época.

En último lugar se encuentra el político más influyente en nuestra historia como argentinos, aquel que lleva muerto más de 35 años  y todavía se debate sobre su figura. Aquel en el que el pueblo argentino vio a su líder natural. Aquel que  impulsó cientos de sindicatos y era protegido por las clases más pudientes de la argentina. Aquel que abogaba por el tan nombrado hoy en día 50-50. Quien hoy descansa en San Vicente.

Otra forma es el tratamiento ígneo, en la pira, como Alejandro Magno, uno de los grandes del imperio Griego.  La moderna transformación de este tratamiento es la cremación, cada vez más frecuente en nuestro país.

Una tercera es la momificación y/o embalsamiento. Practicada en todas partes del mundo y en todas las épocas con distintos métodos, desde la América precolombina hasta los antiguos egipcios. Deteniéndonos en la Argentina de la década del 50, la mujer más odiada y querida de nuestra historia, muerta el 26 de julio de 1952, Aquella  muerte que parece abrir los ojos  del reciente finado (30 de Abril del 2011) y controversial Sábato del carácter popular, generoso  y emocional que tenía la relación de ella, la que había tanto luchado por los derechos femeninos y de los pobres, con el pueblo.

La cuarta forma es a través del agua. Los restos de otro de nuestros próceres fueron tratados de esta manera,  uno que quería una gran Argentina, una gran América,  uno de los más acérrimos defensores de la soberanía del pueblo y gran gestor de la revolución de mayo. No está de más remarcar que esta es la forma de tradición que dice el islam para aquellos que son cazados y sentenciados sin juicio previo por algún que otro país en el que su economía esté basada en el conflicto bélico armado. O quizás no es la forma, ya no lo sé.

Existen otras formas, pero no puedo dejar de pensar una y otra vez que hay una realmente fría y dolorosa al pensamiento. La del muerto que nunca termina de morir. La del desaparecido. Y entre los desaparecidos, no puedo dejar de mencionar al Abogado Norberto Centeno, quien fue dado por muerto un 9 de Julio, día de la Independencia. Dos días antes, a la salida del estudio jurídico, fue interceptado por un grupo de gente armada. Aquella fatídica noche del 7 de Julio de 1977 fue llamada la noche de las corbatas y fue una noche en la que se llevaron a grandes abogados, jueces, estudiantes de derecho… Ellos cruzaron la barca del río Aqueronte. Una gran barca de 30.000 personas en un periodo de 7 años. No debemos olvidarlos.

Así como tampoco debemos olvidar el día 27 de octubre de 2010, un feriado en el que me levantó nuevamente la voz de mi madre y me comunicó la triste noticia. Esta vez fui yo el de las lágrimas en los ojos. Una vez más no entendía nada. La mente estaba en blanco y solo podía pensar en una gran pregunta: ¿¿¿y ahora???

Ahora esto: una plaza colmada de gente, el nacimiento instantáneo de la necesidad de apoyar  y despedir al mismo tiempo.  Y encontrar en la muerte la solidificación definitiva de un movimiento a los ojos de la sociedad argentina, los ojos nuestros y los ajenos. La alegría de encontrar gente de distintos sectores sociales y distintos tipos ideológicos. ¡Cuántos como yo! ¡Cuántos otros que no son el infierno! Cuánta juventud… Cuánta energía joven apoyando a una viuda, vociferando que no se atrevieran a meterse con ella… Esa juventud que podía “convertirse en el motor impulsor de todo el movimiento de masa, marchando a la vanguardia”, esa juventud de la cual saldrán los cuadros de las organizaciones.

Han pasado algo más de seis meses desde aquella tarde. Seis meses durante los cuales mucha gente decidió unirse a la vida política activa y hoy quizás pertenecen al PC, a alguna rama del partido socialista, o están militando en el distrito en donde viven, o en la Cámpora que está en boca de todos los medios, al igual que la juventud sindical, aquella juventud sindical  que había tomado por suyo el centro de la plaza, sabiendo que son los trabajadores el centro del cuerpo que es peronismo.

Para cerrar quiero remarcar algo que por más trillado que suene no deja de ser verdad: la peor muerte es el olvido. No debemos olvidarnos de aquellos hombres que dieron la vida para formar una nación con una vida política activa como Belgrano, San Martin, Rosas, Juan Domingo Perón, Eva Perón, Mariano Moreno o aquel soldadito sin nombre que hace 200 años dio su vida en sus primeras batallas por nuestra independencia, ni de nuestros próceres que querían una Argentina libre, ni de cada uno de nuestros desaparecidos, cada uno de los que lucharon por una Argentina libre y soberana.

Olvidar todo esto, seria olvidarnos a nosotros mismos■

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