Raras son las veces que me animo a escribir sobre mí, generalmente lo hago pensando en mi familia, mi militancia política, o cosas de la vida de los otros que son merecedoras de dar a conocer. Pero cuando Andén propone hablar de educación y de estas cosas que pasan… sentí que era tiempo de contar lo mío. No es arrogancia, es que me sentí objeto de estudio y que, humildemente, pueda servir la experiencia para los que vienen.

¿Que cuándo comencé mi carrera docente? Hace ya 34 años, cuando me convocaron a trabajar en una escuela primaria “porque tenía 18 años y sabía inglés”; entonces, a 7mo grado a enseñar inglés… ¡¡¡Mis primeras alumnas tienen hoy 46 años!!!

¿Me gusta ser docente? Me apasiona, me mata, me enternece, me enfurece, no me deja dormir, me llena de energía… Para volver a empezar ese círculo de vida que sólo se justifica cuando se siente que un alumno lo logró, que llegó a su meta y una pudo hacer algo para que lo logre.

¿Volvería a elegir ser docente? No me imagino mi vida sin alumnos, como no me la imagino sin familia ni amigos. Ya son parte de uno, en las buenas y en las malas. He sido testigo sufriente de infinidad de cambios del sistema escolar. Y de todos rescato algo… siempre seguí siendo docente… a pesar de… en contra o a favor de… con o sin comprensión por parte de muchos actores escolares, funcionarios, padres y alumnos o compañeros de trabajo.

¿Qué lugar me gustó más en mi carrera docente? He transitado por casi todos los espacios de la profesión… el lugar que más me gustó fue el de preceptora… sentí que el vínculo que se establece con los alumnos es de privilegio, todos los días compartiendo más de cuatro horas con los chicos… ¡¡¡casi más que con mis hijos!!! Tiempo y creatividad para que gozaran de la escuela, así lo sentí y así –creo-que lo concreté.

¿Cómo me encuentra hoy la carrera docente? Casi diría que en el codo de la vida. Con mil proyectos emprendidos, muchos de ellos concretados y un sinfín de cosas por venir. Puedo mirar atrás y ver trayectoria, y puedo espiar el futuro y seguir apostando por la tarea docente. La profesión docente, la vocación docente, esa maravillosa y silenciosa labor de hormiga que hace que uno pueda mirar los ojos del otro y encontrar un rayito de vida, una luz de esperanza , una mano tendida, una lumbrera para la vida de nosotros y los otros: conformando infancias y adolescencias por sobre todo más felices■

Entrada anterior Los chicos de ahora son más vivos que antes – Andén 63
Entrada siguiente La hora de América latina

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *