A mediados de un febrero sofocante Periódico Andén dialogó con Darió Aranda, periodista y autor de «Argentina originaria. Genocidios saqueos y resistencias»  de Ed. La Vaca. Una charla que no dejó nada fuera del tintero: la estructura del capitalismo en acción, su impacto en el Medio ambiente y la política económica latinoamericana fueron algunos de los temas mientras la radio y la televisión disparaba discursos en una dirección y otra.

ANDÉN: En un diálogo con ANDÉN, Edgardo Lander sostuvo: “El capitalismo es, necesariamente, un sistema de crecimiento sin fin. El crecimiento sin fin es una imposibilidad total en un planeta finito. Entonces, lo que está en juego no es si el capitalismo podrá sobrevivir muchas décadas más, porque eso no es materialmente posible. El problema es si nosotros como humanos podemos sobrevivir al capitalismo”. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

 DARIO ARANDA: Creo que el campitalismo seguirá por mucho tiempo. Ya ha dado muestras de cómo se reconstruye y sigue vigente, a nuestro pesar. No tengo una mirada apocalíptica del mundo, sí creo que el capitalismo se va cobrando vidas a cada segundo, ya sea por el hambre, por el individualismo, por los desastres ambientales. Lo que sí creo que a medida que los recursos naturales se vayan haciendo más finitos, los que primero sufrirán son los más necesitados, como siempre ha pasado en el capitalismo.

ANDÉN: Ecuador es uno de los países que posee una legislación más novedosa en lo que hace al respeto por la biodiversidad. Tanto es así que su carta magna reserva derechos a la naturaleza y promueve el vivir bien antes que el vivir mejor. A pesar de ello, Rafael Correa se presenta hoy como uno de los principales promotores de las empresas mineras, en lo que dice que es una explotación con responsabilidad ambiental. En ese sentido, Correa manifestó:

“Si queremos cero de contaminación tenemos que volver a la edad de las cavernas, y vamos a tener un aire más limpio pero los niños se nos van a morir a los 6 años, la esperanza de vida va a volver a los 18 años. Si me explico, son costos que implica el progreso, el futuro y lo que hay que tratar de minimizar esos ineludibles costos, elevemos el nivel de debate. No nos dejemos engañar por los demagogos, por los charlatanes, por la gente que por las fijaciones no quiere minería. Vamos a sus casas, entremos a ver si no tienen tenedores, cuchillos si no usan lentes, si no tienen relojes, si no hay ascensor, si no cogen bus, taxi, y si lo hacen son unos inconsecuentes.”

D. A.: Discursos de ese tipo esconden una retórica jodida o una ignorancia grande. Al pueblo mapuche de Neuquén lo suelen chicanaear con eso de “no querés que explotemos petróleo pero llegasta acá en auto”. Y contestan muy llanamente: “Vos también usás auto, pero no te gustaría que saquen el petróleo del patio de tu casa”. En la misma línea, hay un proyecto minero en Chubut que pretende avanzar donde hay un cementerio indígenas. Pregunta: ¿Qué harían si encuentran oro bajo el cementerio de la recoleta?, ¿sacarían el cementerio? Obvio que la respuesta es no. Entonces, es injusto impulsar el “progreso” (otro tema es debatir qué es progreso, por eso va entre comillas) a costa del territorio, la cultura y la vida del otro.

ANDÉN: ¿Es posible la minería con responsabilidad social?

D. A.: Una industria que avasalla territorio, que expulsa poblaciones, que agota recursos no puede ser responsable. Por otro lado, el tema de la “responsabilidad social empresaria” siempre me pareció un verso. Lo que la empresa debe hacer es pagar salarios justos y mantener condiciones dignas de trabajo. De la sociedad debe ocupares el Estado, no el sector privado.
ANDÉN: La situación que se presenta en Ecuador se extiende a la mayoría de los países de América del Sur, donde con independencia de la tendencia del posicionamiento político de los gobiernos, el extractivismo es el sustento de su economía. En ese orden, ¿es posible que las expresiones de izquierda cuiden su relación con la naturaleza y mantengan las políticas sociales que las caracterizan?

 D. A.: Es posible. Aunque hay matices importantes. No es lo mismo Evo que Cristina o Dilma. Sí creo que cualquier decisión de este tipo debe ser tomada luego de consultas vinculantes con la población directamente afectada.

ANDÉN: ¿Se puede desarrollar un modelo alternativo al extractivismo?, ¿con qué controles y con qué rol de las instituciones sociales?

D. A.: No lo sé. Si sé que las empresas hoy tienen muchísimo más poder que los Estados locales, por lo cual es impensable que las provincias controlen a empresas con mucho mayor poder económico y político. Por otro lado, los Estados nacionales juegan para las empresas (ver a la Presidenta y el veto Barrick).

ANDÉN: ¿Por qué el extractivismo se considera parte importante del modelo?

D. A.: Porque provee recursos económicos a las arcas estatales. Aunque en el caso de la minería es muy poco (comparado por ejemplo con los agronegocios).

ANDÉN: ¿Por qué en este momento genera tanta conflictividad social?

Porque disputa territorios con comunidades que ya saben que las promesas son falsas y ven, además, amenazada su forma de vida. De ahí la dureza del conflicto y de ahí la respuesta violenta del sector privado y estatal.

ANDÉN: Según lo entiende Alberto Acosta en su libro La maldición de la abundancia, las economías extractivistas, además de no respetar la biodiversidad, conllevan prácticas políticas y sociales que tienden a la concentración de la economía y del poder político, que generan gobiernos y empresas con mucho poder, lo que redunda en gobiernos de corte autoritarios. ¿Cuál es tu opinión?

D. A.: No leí el libro. A primera vista, no creo que extractivismo deba llevar sí o sí a gobiernos autoritarios. Sí creo que lleva a violaciones de DDHH.

ANDÉN: ¿Por qué las expresiones en contra de la minería no logran la legitimidad electoral suficiente para gobernar?

D. A.: No creo que deba “medirse” así. No hay un partido antiminería.

ANDÉN: Toda actividad humana tiene impacto en el medio ambiente. ¿Cómo determinar qué actividades son estrictamente necesarias y cuáles se deben evitar?

D. A.: Es cierto que toda actividad tiene impacto sobre el ambiente. Es curioso que siempre deban pagar ese “costo” lo más pobres o desprotegidos. ¿Y si hay petróleo bajo Casa de Gobierno? ¿Y si hay oro debajo del cementerio de Calafate? Me parece que hay mucha hipocresía en este aspecto. Y la historia nos demuestra que el “progreso” siempre beneficia a algunos, y lo pagan otros.

ANDÉN: Muchas veces se dice, en relación a la minería, que “es preferible morir de cáncer a los sesenta antes que pasar hambre a los 30”. En geografías con pocas alternativas productivas, ¿se condiciona el bienestar a este tipo de producción? ¿Qué alternativas hay hoy en día a disposición?

D. A.: Hay que ir a Andalgalá y verán si no hay pobreza. Ese argumento es falso. No hay pueblo minero que tenga un buen estándar de vida. Por otro lado, no es cierto que la minería sea la única forma de producción. Si los gobiernos realmente quisieran el bienestar del pueblo, fomentarían otras actividades, más sustentables y con mayor mano de obra que la minería. Pero no: abandonan a las poblaciones en la pobreza, y luego les ofrecen como solución la minería.

Medios

ANDÉN: ¿Por qué la puja mediática lleva al binarismo, qué intereses entran en juego y cómo afecta esto en la producción de información?

D. A.: Los grandes medios de comunicación no están informando, están ocultando información, por ahí pasa su negocio hoy. Esto es culpa de un gobierno; es culpa de las empresas periodísticas que en lugar de editores tienen comisarios políticos. Y sucede en todas las grandes empresas. ¿Por qué los medios conservadores toman la conflictividad y omiten la estructura extractiva (haciendo hincapié en la defensa de los recursos naturales)?

ANDÉN: ¿Por qué el oficialismo no ofrece alternativas, o es un límite del mentado modelo?

D. A.: El oficialismo no tiene medios de comunicación, tiene oficinas de prensa disfrazadaS de medios. Un diario que en un año no publica una tapa crítica al gobierno hace propaganda, no periodismo.

ANDÉN: ¿Hay diferencias de fondo entre los modos de construir la información por parte de los medios públicos, los privados y los afines al gobierno? ¿Es Tiempo Argentino mejor que Clarín, o repite las mismas prácticas con una línea editorial diferente?

D. A.: Repiten las mismas prácticas. Y en todos hay censura. He hablado con colegas de Télam y DYN, de Clarín y Tiempo, etc. En todos hay censura y autocensura. Se esconde lo que pasa. Un ejemplo claro fue Formosa, otro Andalgalá. Hoy es el quinto día de un cuasi estado de sitio en la entrada a la ciudad y los medios oficialistas no dicen nada (o muy poco). Si eso sucediera en un gobierno opositor al nacional, sería tapa.

ANDÉN: ¿Es posible hablar de objetividad en la construcción y transmisión de la información?

D. A.:No se puede hablar de objetividad. Nunca lo somos. Soy totalmente subjetivo al  escribir una noticia. Lo que no hago es esconder información■

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