La mayoría de las recetas y recomendaciones prácticas suelen constar de 3 pasos. Tres parece ser la medida justa de lo necesario para alcanzar algo. En nuestro caso, indistintamente de alcanzar algo, puesto que no es el objetivo, tendremos que recorrer 11 pasos; pero a la altura de este tercero, veamos a qué lugar de las recetas prácticas y las destrucciones reflexivas nos llevan tres tesis rancieranas.

 

Volviendo sobre nuestros pasos, hemos empezado a pensar, primero, que la política no es el ejercicio del poder. En este sentido, la política debe ser definida por sí misma, como un modo específico de la acción, llevada a la práctica por un tipo particular de sujeto. Cuando decimos “un modo especifico de la acción”, decimos: una relación. Entonces, la política es una relación, y sobre todo, la relación que define al sujeto. Por contraposición a una comprensión de la política que define al sujeto. A su vez, esta relación no es cualquier relación; lo propio de la política es una relación entre el tener-parte de gobernar y ser gobernado.

Nuestro segundo paso, nos decía, que esta relación tiene una lógica, según la cual hay una diferencia entre ser mandado y mandar, donde unos poseen algo que los otros no, un «título» particular: la virtud para los aristoi, la riqueza para los oligoï y la libertad para el demos. Este título particular tiene una lógica, que llamamos: lógica del arkhé. Es decir, una lógica normal que pretende que haya una disposición particular a actuar que se ejerce sobre una disposición específica a padecer (mandar-obedecer); en otras palabras, la lógica del arkhé, del principio que determina que “título particular” corresponde a cada parte de la sociedad, supone una superioridad determinada que se ejerce sobre una inferioridad determinada. En resumen, hay una lógica política que determina, según superioridades e inferioridades, quién debe mandar y quién obedecer. Ese es el nudo paradojal de la acción política, por lo tanto, “para que haya un sujeto de la política, y entonces la política, es necesario que haya una ruptura de esa lógica”.

Y de eso trata nuestra tercera tesis, de la ruptura de esa lógica. La tesis 3 dice entonces:

La política es una ruptura específica de la lógica del arkhé. En efecto, ella no supone simplemente la ruptura de la distribución «normal» de las posiciones entre el que ejerce un poder y aquel que lo sufre, sino una ruptura en la idea de las disposiciones que se vuelven «propias» de estas posiciones.

A la hora de explicar esta tesis, Ranciere se remite a Las Leyes de Platón, puesto que allí, el filósofo griego nos describe cuáles son los “títulos” tradiciones que corresponden al gobernar y ser gobernado. De los 7 que menciona, cuatro son títulos de autoridad fundados sobre una diferencia de naturaleza, que es una diferencia de nacimiento. Tienen título para dominar aquellos que han nacido antes o de otro modo. Así se funda el poder de los padres sobre los hijos, de los viejos sobre los jóvenes, de los amos sobre los esclavos y de los nobles sobre los villanos. El quinto título se presenta como el principio de los principios, resume todas las diferencias de naturaleza. Es el poder de la naturaleza superior, de los más fuertes sobre los más débiles. El sexto título, dice Ranciere, ofrece la única diferencia que vale a los ojos de Platón: el poder de aquellos que saben sobre aquellos que no saben. Hay así cuatro parejas de títulos tradicionales y dos parejas teóricas que aspiran a mejorarlos: la superioridad de la naturaleza y el mando de la ciencia. La lista debería terminar allí, sin embargo, hay un séptimo título. Se trata de la «elección del dios», o dicho de otra forma, de la costumbre de tirar a la suerte para designar a aquel a quien le toca el ejercicio del arkhé. Esa elección, irónicamente llamada del dios, designa el régimen que sólo un dios puede salvar: la democracia. Lo que caracteriza a la democracia es la ausencia de título para gobernar. Es el estado de excepción en que no funciona ninguna pareja de opuestos, ningún principio de reparto de roles, y donde por tanto, no funciona lo lógica del arkhé.

En la democracia se da la paradoja de un título que es la ausencia de título, y es la situación específica en la que es la ausencia de título la que da título al ejercicio del arkhé. Es el principio sin principio, el mando de aquello que no manda. Esto no sólo arruina la disposición “normal” entre los que gobiernan y son gobernados, sino que la democracia arruina lo propio del arkhé, en palabras de nuestra tesis: “una ruptura en la idea de las disposiciones que se vuelven «propias» de estas posiciones”. Romper con la lógica del arkhé, produce su desdoblamiento, que hace que se preceda siempre a sí mismo en el círculo de la disposición y de su ejercicio. De modo tal, que esta situación de excepción es idéntica a la condición misma de una especificidad de la política en general.

 “Mandar obedeciendo – obedecer mando”

Como sabe todo buen boxeador, para el K.O no hacen falta mil piñas por todos lados, sino una bien apuntada a la quijada para mandar a la lona al contrincante. Esas son nuestras 3 tesis, dos “apercats” y un gancho en la mandíbula: la democracia no es un régimen político. Ese es el punto al que nos lleva Rancieré, y más aún, no hay ninguna lógica que nos diga quién debe gobernar, no hay un “título” más apropiado que otro, no hay una “disposición normal” que distribuya los lugares que debemos ocupar, entre mandar u obedecer. En la democracia se da el mando de aquello que no manda. De esta reflexión se pueden disparar mil vértices y aristas de análisis, pero el lector atento, sabrá ya a dónde va el final de esta nota, que se esconde en el título de este apartado. “Mandar obedeciendo, obedecer mandando”, es el lema con el cual el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional intenta desde 1994 invertir, trastocar, romper, transformar, en una palabra, revolucionar la política opresiva y excluyente de México. Abunda la bibliografía sobre el EZLN y sobre este concepto, como para explayarse aquí. Quedan invitados lectores a adentrarse en esta conversación entre Ranciere y el Subcomandate Marcos (siéntase libre de invitar a quien usted quiera)

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