Se suele hablar de la discapacidad de la personas. Nos dimos cuenta que era más correcto hablar de personas con capacidades diferentes. Pero, si hablamos de la Humanidad, ¿podemos referirnos a capacidades diferentes? ¿Diferentes a qué humanidad? Solo podríamos comparar lo que conocemos, por ejemplo distintas civilizaciones dentro de la misma humanidad…O, hacerlo respecto a un ideal subjetivo…

 

La primera pregunta, aunque trillada, sería: ¿Persona discapacitada o persona con capacidades diferentes?

Sin duda, para mí, la segunda forma de nombrar es más alentadora y realista.

El prefijo ¨dis¨ está utilizado como negación, y no podemos decir que, por ejemplo, una persona ¨no vidente¨ sea ¨discapacitada¨ integralmente. Sí es verdad que tiene una discapacidad específica respecto a uno de sus sentidos.

Las discapacidades pueden ser sensoriales, motoras, mentales o emocionales. En estos últimos dos casos debe ser más difícil definirlas o calificarlas.

También pueden ser únicas o múltiples.

Más allá de lo que corresponde a cada persona, ¿cómo evaluar a una sociedad entera?

¿Respecto a qué modelos? Tiene que ver con eso que tantas veces escucho decir, ¨ ¿por qué no nos ponemos de acuerdo si todos queremos lo mismo?¨ frase que es una muestra más del cortovisionismo o del ¨propio ombliguismo¨.

¿Desde dónde medir la discapacidad entonces?

No hay duda que algo serio pasa con una civilización que no llega a descubrir el sentido de su existencia; que mantiene su hábitat al borde del desastre; que no resuelve éste ni los otros principales problemas, como el hambre y el consumo innecesario (todos relacionados), mientras se ocupa de tantos temas intrascendentes. Como si en un barco cuyo casco está agujereado, nos ponemos a discutir por el color de las paredes del comedor.

Tener tanto por hacer, y no hacer lo que hay que hacer, ir postergando, tirando la pelota siempre para adelante, sin saber bien, o no queriendo saber, dónde termina la cancha…

Pereza, ignorancia por elección, egoísmo, estupidez humana, entre las discapacidades más serias.

Alienación, tal vez, sea el síntoma principal de nuestra discapacidad. Porque ese ocuparse tanto de lo intrascendente no es otra cosa que evasión. Ese querer que pase rápido casi todo, ese buscar pasar el tiempo en vez de vivirlo. Ese confundir diversión con felicidad.

Es verdad que dentro de esta civilización, hay llamas encendidas que permiten la esperanza.

Por eso estamos obligados a mantener encendido el fuego. Hacer la denuncia de la realidad y la construcción creativa de las propuestas alternativas posibles.

Estadísticas

Si algunos números nos sirvieran como estadística, podríamos decir que, por ejemplo, en nuestro país, el Estado Nacional se ocupa a través del Servicio Nacional de Rehabilitación, dependiente del Ministerio de Salud de la Nación. Ver http://www.snr.gov.ar

La primer encuesta nacional de personas con discapacidad, realizada por el INDEC entre fines del 2002 y primer semestre del 2003, arrojó una proyección de un 7,1% de población ¨con discapacidad¨ de la cual el 54% son mujeres (en la población total, el 51,3% eran mujeres). El 11,7% corresponde a menores de 14 años.

El S.N.R. emite un anuario estadístico con muchísimos ítems, basado en los datos de las personas que tramitaron el Certificado Único de Discapacidad ( CUD). El último publicado, correspondiente al 2011, hace referencia a los 98.429 registrados durante dicho año. Llama la atención que aún hay provincias que no se habían incorporado al registro nacional de personas con discapacidad. A junio del 2012, Córdoba recién lo había hecho y faltaban aún Misiones, Santa Cruz y la ciudad autónoma de Buenos Aires.

¿Qué estadísticas podrían hacer referencias a la discapacidad de nuestra humanidad?

Tal vez que ¨200 millones de personas subsisten con un dólar al día, otros 870 millones pasan hambre, 114 millones de niños en edad escolar no acuden a la escuela, de ellos, 63 millones son niñas. Al año, pierden la vida 11 millones de menores de cinco años, la mayoría por enfermedades tratables; en cuanto a las madres, medio millón perece cada año durante el parto o maternidad. El sida no para de extenderse matando cada año a tres millones de personas, mientras que otros 2.400 millones no tienen acceso a agua potable¨.

También podríamos dar las estadísticas de quienes viven en la ¨riqueza material¨, de los que, tal vez no viviendo en la riqueza, consumen y tienen como objetivo la adquisición de cosas innecesarias. Hay varias estadísticas sobre consumo, cantidad y calidad. También abundan encuestas de opinión o de sensaciones, que nos dan idea de la discapacidad de nuestra humanidad.

O datos sobre la dilapidación de los recursos naturales no renovables, la destrucción del subsuelo y la contaminación de las reservas acuíferas.

Desde los grandes capitales que sólo piensan en el lucro fácil, ocupándose del tipo de actividad que sea, pasando por los funcionarios que, por corrupción o ineptitud, no cumplen con su función, hasta llegar al ciudadano común que, por comodidad, ¨hace la suya¨ sin importar el daño que provoca.

Y, cada uno de nosotros, ¿dónde estamos en esta estadística? Ya no hay más tiempo para demorarnos. Es nuestra obligación ser militantes de la vida y, día a día, ir saliendo de las redes, para despertarnos y despertar

Etnocidas disfrazados con el mango asegurado, corrupción en todos lados, contra dignidad. Dignidad de la cultura, de una lucha que perdura, de la sangre que pregunta para qué estamos acá
 Arbolito 

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