Ecuador es un país con una megadiversidad natural, cultural y étnica impresionante. En su territorio se hablan más de 14 lenguas y habitan más de una docena de pueblos indígenas, cada cual con su propia lengua, el pueblo afroecuatoriano y población mestiza. En cinco horas es posible atravesar varios ecosistemas únicos en el mundo. La diversidad del país está representada por al menos 46 ecosistemas terrestres diferentes. El Ecuador se halla entre los doce países que ostentan la mayor diversidad biológica de la Tierra.

Las ciudades de Quito y Cuenca poseen la clasificación de Patrimonio de la Humanidad por la conservación de su rica infraestructura colonial. El archipiélago de las Islas Galápagos fue declarado Reserva de Biósfera y es el primer lugar en el planeta declarado Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO gracias a su diversidad única. Pero, ¿cómo lograr la inclusión en un Estado intercultural y plurinacional? ¿Cómo reconocer la demanda histórica de las naciones indígenas y pueblos, constructos existentes antes del Estado? ¿Cómo lograr el reconocimiento pleno de los saberes ancestrales de los pueblos e implicar sus formas de vida para que nutran la sociedad ecuatoriana en sus dinámicas?

Aunque el Patrimonio Cultural ha sido un concepto que habitualmente remite al pasado, la realidad es que éste solo lo legitima. La supervivencia de su estado material o inmaterial es solo la prueba de que los bienes patrimoniales son activos y forman parte esencial del espíritu de todos los pueblos.

El primer paso sería conocer para así comprender la diversidad. La difusión del patrimonio es una de las mejores fórmulas para que, desde una educación no formal, el ciudadano encuentre respuestas a sus interrogantes de la Historia, contribuyendo a una mejor comprensión del pasado y facilitando claves para entender el presente, promoviendo constantemente actitudes de tolerancia. La defensa de estos bienes es vital por parte de la ciudadanía y su pérdida, insustituible.

En 2007, con la creación del Ministerio de Patrimonio (MCP) el Estado ecuatoriano asumió la gestión (o sea la protección, la conservación, pero también el disfrute) del patrimonio como una directriz general de la administración pública. Esta política de Estado significó un giro en las materias y una comprensión más compleja, dinámica y contemporánea sobre el Patrimonio. A este marco de acción se le conoce como “ciudadanización” de los Patrimonios, poniendo a los ciudadanos como destinatarios finales de las acciones públicas.

La construcción de una sociedad de “Buen Vivir” ha sido el pilar fundamental del proyecto integral de transformación urbana que vive el país. María Fernanda Espinoza, Ministra Coordinadora de Patrimonio explica que

“el Buen Vivir” atraviesa todos los niveles de la vida cotidiana de los ciudadanos. Es un sistema de valores individuales y colectivos que nos compromete a todos en la consecución, garantía y defensa de los espacios públicos, es decir los lugares en los que se recrean y vitalizan nuestros patrimonios materiales e inmateriales. El proyecto Ciudades con Identidad se basa fundamentalmente en una intervención que permita la recuperación del espacio público, la planificación y la construcción de ciudades para los ciudadanos y ciudadanas.

Las acciones del proyecto comparte a su vez agendas con el Ministerio de Cultura. Para Nelson Ullauri, Asesor de la Secretaría de Cultura del Municipio de Quito, “la cuestión de la cultura” es fundamental, entendiendo “lo cultural” como una dimensión de la acción sociopolítica en la construcción de la democracia, antes que como un sector independiente o como un reino aparte”.

Todos los pueblos tienen una tradición para orientar su imaginación social. Y es que la tradición traduce la realidad desde su versión del pasado hacia el complejo lenguaje de lo actual. Esa traducción trabaja siempre con un conjunto de símbolos generales que son aceptados (y adaptados) por cada nueva generación como elementos esenciales de la identidad de su pueblo, de su forma de ser y de estar en el mundo. Son esos elementos simbólicos de la tradición lo que usualmente se denomina el Patrimonio de una nación. Estos objetos, materiales o no, siempre han permanecido vigentes en la cotidianidad de nuestros pueblos, en sus fiestas, sus ritos, su comida, sus artes, sus ideas sobre el amor y la muerte, su sentido de la estética… y un larguísimo etcétera, explica la profesora española Ana Ávila Álvarez de la Asociación de profesores para la Difusión y Protección de Patrimonio Ben Baso.

La mayoría de las ciudades de América Latina experimentaron un crecimiento tumultuoso en los años 70 y Ecuador particularmente con el “boom” del petróleo, lo que trajo un supuesto “progreso” y “desarrollo” que no hizo más que crear más asperezas y desigualdad social.

Profundizar los valores de convivencia, pertenencia y solidaridad, así como fortalecer la normativa, el control y la participación son parte de los compromisos y retos que acarrea el MCP.

Contrario al modelo neoliberal, se propone una relación entre patrimonio/economía que devenga en un desarrollo sustentable. Este modelo ha adquirido una nueva dimensión estratégica en el contexto de la globalización debido a que los bienes y servicios patrimoniales; no solo transmiten y construyen mensajes y valores que pueden reproducir o fortalecer las identidades culturales y contribuir a la cohesión social, sino que también son factores de producción que pueden generar desarrollo económico y por lo tanto contribuirían al mejoramiento de las condiciones de vida de la población. El emprendimiento es el vehículo a través del cual se concretaría una revalorización de la identidad territorial y la generación de oportunidades de empleo.

Pablo Salgado, asesor de comunicación del Ministerio Coordinador de Patrimonio establece que

se trata de desechar la idea de que patrimonio es una cosa abstracta que de algún modo habitaba solo en lo monumental o lo arcaico. Y reemplazarla por un concepto más dinámico que permita ver que el patrimonio es un hecho cercano y propio que está presente todo el tiempo en nuestra vida cotidiana y que puede incluso servir como una herramienta para activar las economías locales y nacionales. Se trata de comprender, sobre todo, actuar según la frase de la Ministra Espinoza, para quien los patrimonios “son el pan y la sal” de nuestras vidas.

Cuando alguien –entiende Salgado-

se da cuenta de que la fiesta en la que ha participado desde niño, o la comida que siempre le ha encantado, poseen un profundo valor cultural y patrimonial, ese alguien se vuelve orgulloso de sí mismo y los cuidará como algo precioso. Así mismo tendrá las herramientas para exigirle al Estado que esa tradición, esa fiesta, ese plato o cualquier otro elemento de su cotidianidad, se reconozca, se proteja, se conserve y se garantice que todos podamos disfrutar de ella.

El dinamizador y principal vehículo sería la comunicación. La Ministra Espinoza explica que

en relación al eje de Ciudadanización de los Patrimonios, es fundamental para la gestión pública de los patrimonios verlos desde una nueva e innovadora mirada. Es posibilitar el acceso directo y abierto, de todas y todos, al uso y disfrute de nuestros patrimonios. Para ello se emprendió un camino para la construcción de políticas publicas de comunicación. Si no conocemos nuestros patrimonios no podemos cuidarlos y menos amarlos. Por ello, desde hace casi tres años publicamos la revista Nuestro Patrimonio que circula mensualmente con 60 mil ejemplares. Así mismo, emitimos a través de la Radio Pública el Programa Nuestro Patrimonio (…) y hemos realizado series dramatizadas de radio y microprogramas de televisión. Esto nos ha permitido romper el cerco y comunicar de modo directo la gestión pública de los patrimonios. La existencia de medios públicos es también, sin duda, un logro del proceso de la Revolución Ciudadana. Y es necesario consolidarlos y fortalecerlos. Pero al mismo tiempo es clave, para que este objetivo pueda ser exitoso, asumir sin temores un gran reto: la calidad de todos los objetos comunicacionales.

La revista Nuestro Patrimonio difunde mensualmente patrimonio natural, fotografía patrimonial, juegos tradicionales, literatura, arqueología, historia y memoria, ciencia, diversidad, orfebrería, arquitectura, cine y televisión, gastronomía, música y tradiciones. Y otras medidas para conservarlo tales como la catalogación del patrimonio, la crítica, los festivales y el turismo sustentable. Se apoya en distintos puntos con otras publicaciones, tales como Revista Q, del Municipio de Quito y la Revista Culturas del Ministerio de Cultura de la Nación, que conjuntamente trabajan por preservar y comunicar cultura. Todas son de distribución gratuita.

La intervención y recuperación de los espacios públicos de manera efectiva, garantizando el disfrute de estas zonas que pertenecen al patrimonio colectivo con seguridad y limpieza, así como el reconocimiento de sus ciudadanos sobre sus tradiciones, su cultura, su historia, memoria colectiva y valores como sociedad devendrán en una mejor calidad de vida para los ciudadanos.

Nuestro concepto del Buen Vivir nos obliga a reconstruir lo público para reconocernos, comprendernos y valorarnos unos a otros –entre diversos pero iguales- a fin de que prospere la posibilidad de reciprocidad y mutuo reconocimiento, y con ello posibilitar la autorrealización y la construcción de un porvenir social compartido

explica René Ramírez, secretario nacional de Planificación y Desarrollo, sobre la aplicación teórica y práctica en el plano del desarrollo urbano que tiene la concepción patrimonial y el proyecto Ciudades con Identidad.

El Buen Vivir es una traducción imprecisa de un concepto amplio y filosóficamente complejo que en kychwa (quechua norteño hablado en Ecuador, el sur de Colombia y norte de Perú) se denomina “sumak kawsay”. El profesor de lengua kychwa, Atik Paguay, comprende el concepto como una manera de entender la realidad y la vida, en conjunción armónica y equilibrada con los elementos del mundo. Sumak es hermoso, pleno. Literalmente es “hermosa vida”. Una relación armónica del todo consigo mismo. También es una práctica diaria y una orientación de las fuerzas intelectuales y espirituales hacia esa convivencia bella. En el camino, es imprescindible y el reto principal unir y celebrar la riqueza cultural que se respira en el país y las prácticas que innovan poniendo en valor el patrimonio y la identidad ecuatoriana

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