«la batata para el kilo, q faltaba en el cirko k!!!” ¿A qué refiere esta frase? Si estuviésemos jugando a las adivinanzas, Sr./Sra. lector/a, es probable que usted nunca llegue a la solución correcta. Pero para no demorarnos en juegos, le adelantamos que esta frase, extraída del suplemento “Espectáculos” de La Nación, es un comentario de un lector que refiere a una instructiva nota sobre rumores de amoríos entre un par de personajes de la farándula.[1] Ahora bien, ¿cuál es la singular deriva que conduce desde este tema a aquella frase? Sobre algunas de las muchas cuestiones asociadas a esta pregunta, nos gustaría indagar en estas líneas.

 

Hace aproximadamente una década, internet evolucionó en lo que se llama Web 2.0, una tecnología que permite que los usuarios intervengan activamente, promoviendo, de este modo, el intercambio y la construcción participativa de los contenidos de la red. Así nació lo que se conoce por Conversación 2.0, es decir, espacios virtuales que posibilitan la conversación social a través de la web. Vinculado con esto, nos gustaría señalar cómo, a partir de entonces, cambió cualitativamente el sentido de las notas periodísticas. Pues desde que existe esta tecnología es posible observar que la lectura, e incluso la escritura, de la nota puede ir más allá del punto final que “su autor” le ha determinado. De hecho, lo normal es que, en los intercambios de los comentadores, la referencia, en cierto momento, deje de ser lo que dice (o decía) el autor, y pase a ser preferencialmente lo que dicen los propios comentadores. La información, por lo tanto, comienza a jugar con unas reglas que ya no se ajustan al tradicional esquema escritor-lector. Prodigiosa, una obra colectiva, tan cotidiana como efímera, avanza desde el pie hasta resignificar completamente el artículo “original”, convirtiéndolo en poco más que una excusa para que los comentadores digan, sin mayores dilaciones, todo aquello que se les cante. El tránsito del lector al escritor, en fin, se ha consumado. Singular devenir, sin dudas.

Pero, ¿qué es lo que se dice y cómo se lo hace? Siendo tantos los comentadores que intervienen en estos espacios y al haber una cantidad y variedad tan asombrosa de temas a los cuales comentar, podría suponerse que lo que se dice resultaría, en consecuencia, múltiple, variado, y, por qué no, inabarcable; algo así como la materialización del reino de la pluralidad y la diferencia profesada por más de un posmoderno. Sin embargo, a pesar de que no faltan excepciones, por lo general los comentarios confluyen fatalmente en unos pocos tópicos. La frase que citamos al comienzo, por caso, es una de las tantas que expresan la más recurrente, aunque no la única, de las obsesiones entre los comentadores de los principales massmedia de nuestro país: la disputa “K” versus “anti-K”. A propósito, resulta un ejercicio interesante rastrear los desplazamientos que van conduciendo cada conversación desde los asuntos más disímiles hasta las acusaciones cruzadas más trilladas. Veamos algunos ejemplos:

En la nota “Los jugadores tuvieron una tarde de relax…”, que trata sobre un festejo íntimo de la selección argentina en el mundial, uno de los comentarios repentinamente instala la sospecha de que el festejo ha sido: “Organizado por fútbol para todos y los Ks”[2]. En otra nota, en la cual se habla de visores de realidad virtual, aunque no aparece ningún comentario ajeno a la temática, sí sorprende el curioso nombre de uno de los comentadores: heil_cristina. Al cliquear sobre este “usuario” podemos ver sus otras intervenciones, y entre ellas una discusión que toma como punto de partida un tema bien diferente: el asesinato de un hombre y su beba en el partido de Moreno. Allí, dado que en la nota se menciona que los vecinos escucharon unas palabras en guaraní, heil_cristina asegura que se trata de: “Otro logro de Cristina, la permisibilidad de nuestras fronteras e inmigraciones para entregar documentos a mansalva a cambio de votos… –y concluye– toda la lacra de sudamerica viene a nuestro país…”[3]. Y esto, no exageramos, es sólo un “botón de muestra”.

Basta demorarse unos minutos en leerlos para constatar que la radicalización de las opiniones expresadas con un lenguaje violento y descalificador caracteriza estos intercambios virtuales. También resultan sintomáticas las reacciones ante palabras moderadas o planteos conciliadores. Habitualmente, los comentarios que pretenden introducir algún tipo de matiz o relativización de las opiniones en pugna son denunciados como una forma de “enmascaramiento” y sus autores rápidamente acorralados en uno de los extremos de la disputa. “KK detected”, por ejemplo, es uno de los recursos con los cuales se intenta operar este “desenmascaramiento”. De cierto modo, lo que parece suponerse en estas conversaciones es que todos y cada uno somos o bien “amigos” o bien “enemigos”. Y no hay alternativa posible. Por lo tanto, sólo resta identificar a qué “bando” pertenece cada cual y, luego, actuar en consecuencia.

Tampoco pasa desapercibido el claro predominio de intervenciones que proyectan subjetividades claramente reaccionarias, siempre proclives al escarmiento público del (supuesto) delincuente, partidarias de la deportación del inmigrante (supuestamente) ilegal, la criminalización de la protesta (supuestamente) “organizada”, la relativización de los abusos (en algún punto) “merecidos”, etc. ¿Es que estos espacios tan sólo exhiben una subjetividad pre-existente, la triste humanidad que somos, o, en cambio, también la incitan y hasta cierto punto la modelan? Como sea, lo cierto es que abundan los prejuicios raciales, de género, clasistas, e ideológicos de toda índole. Y aunque cotidianamente se naturaliza todo esto, tal vez no está de más preguntarse por qué una enorme cantidad de personas decide mostrar “públicamente” un perfil tan grotesco y repulsivo, absolutamente brutal. ¿Habrá, acaso, algún tipo de vínculo entre toda la violencia acumulada en estos comentarios y el anonimato de los comentadores? ¿Será este el otro lado de “la máscara”, el lado oscuro del anonimato y la ficción como claves de la intervención en la esfera pública?

Si estas preguntas tienen sentido, se abren nuevos interrogantes, entre ellos: ¿Cuál es el significado de la “libertad de expresión” en estos espacios? ¿De qué se “libera” la expresión y a qué queda “atada”? Al comparar los principales medios de comunicación del país, observamos que la posición ideológica de cada uno y el tipo de regulación de estos espacios exhiben un panorama curioso. Página 12, un diario de izquierda o al menos progresista, afín al oficialismo, no habilita la intervención de sus lectores. Clarín y La Nación, claramente opositores y de factura liberal y/o conservadora, por el contrario, sí lo hacen. ¿Son entonces más democráticos? No obstante esta diferencia, cuando consideran que una temática es “sensible”, cierran el espacio de los comentarios. Pero, ¿cuáles son y cómo establecen estos “temas sensibles”? ¿Marcan de este modo un límite a la opinión pública?

Tal vez debamos revisar y cuestionar ciertas claves de lectura que empobrecen nuestra comprensión de la realidad, como aquella de que toda “inclusión”, no importa dónde ni cómo ni cuándo, es de por sí una “democratización”. Asimismo, llamar la atención acerca de una doble reducción en la cual se enmarcan muchas de las discusiones antes referidas. En primer lugar, la que asimila, sin mediación alguna, cualquier tema a uno solo: “la política”. En segundo lugar, la reducción de “la política” a la disputa “K versus anti-K”. Consideramos que el principal efecto de articular estas dos operaciones es una creciente tendencia a la homogeneización dicotomizante de la opinión pública.

Antes del final, Sr./Sra. lector/a, despejemos un posible mal entendido. A pesar del signo catastrofista de este breve derrotero, queremos dejar en claro que no consideramos nefasta la tecnología en cuanto tal ni repudiamos las intervenciones masivas en el ámbito de la opinión pública, ni nada por el estilo. Además somos muy conscientes del arbitrario recorte que realizamos y de que, por eso mismo, no sería prudente generalizar sin más el alcance de nuestras afirmaciones o sospechas. Así y todo, una pregunta nos sigue pareciendo legítima. Si bien hay buenas razones para suponer que la apertura a la opinión de los lectores favorece la democratización de la información regulada por los intereses de los massmedia, también las hay para preguntarse si lo que se produce en esa inclusión no es, en simultáneo, cierta “corporativización” de dichos lectores y de sus opiniones.

Sin duda, son muchas las líneas de sentido y de análisis que este complejo fenómeno demanda recorrer. Nosotros avanzamos por algunas y hasta aquí llegamos. Elegimos poner aquí el punto final, pero sospechamos y confiamos en que Ud., Sr./Sra. lector-comentador/a, sabrá no respetar este límite y hará del final un punto y seguido

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[1] Para que no queden dudas pueden servirse del siguiente link donde encontrarán la nota y el comentario de “furcho”, del día 16/06/14 a las 17:10h: http://personajes.lanacion.com.ar/1701812-que-pasa-entre-jorge-rial-y-nazarena-velez.

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