Trabajar con lo que otros desechan o descartan y vivir de eso es uno de esos espacios conceptuales que amplios sectores de la clase alta y media biempensante han puesto desde siempre dentro de las zonas de la indignidad. Sin embargo, miles de personas sostienen sus vidas y las de sus familias con honradez y trabajo gracias a una riqueza que una parte importante de la población elige no ver. Sergio Sánchez, cartonero y dirigente social, sabe lo que es vivir, sufrir y luchar por eso que, así como así, abandonamos al pasar. De eso y de la dignificación del cartonero como trabajador, nos habla en este diálogo con Periódico Andén.

 

Periódico Andén: Desde comienzos de la década del 2000 la figura de los cartoneros comenzó a formar parte del paisaje urbano y asociado a la crisis socioeconómica, ¿ustedes ubican en ese mismo momento el inicio, la aparición?

Sergio Sánchez: Verdaderamente, la crisis para nosotros arrancó en el 2001, donde muchos cartoneros salieron a mansalva a las calles. Todo muy independientemente; muy informal. No había nada organizado, era todo muy raro. Simplemente por la necesidad de trabajar y de sobrevivir pudimos empezar esto. Estos trabajadores eran de diferentes puntos de la provincia de Buenos Aires y de Capital. Se reunían dentro de los lugares, donde compañeros -yo no llamaría militantes sino estudiantes- se empezaron a acercar y trataron de explicarle a los cartoneros que había una sola forma para poder salir adelante y era unirse y tratar de hacer una fuerza, que independientemente no se podía llegar a hacer nada solos porque no hay una fuerza suficiente. Bueno, en ese momento eran cinco ellos, cinco nosotros que éramos los que escuchábamos, teníamos miedo. El miedo eran que dijeran que “el que se acerca por algo es, o por política”. Hasta que nos dimos cuenta que lo único que querían enseñarnos eran los caminos para poder llegar a lograr una lucha y una unión.

Y, ¿en cuanto a empezar a reivindicarse como trabajadores en un sentido tradicional?

Fuimos aprendiendo, con el tiempo. Éramos pocos, hasta que pudimos empezar a tocar las primeras puertas y a defendernos de las injusticias sociales que había, como la corrupción policial: trabajar con material reciclable como basureros era penado y si te agarraban tenías que pagar una coima para seguir trabajando. Llegó un punto en el que dijimos “basta”. Fue una lucha bastante complicada porque cuando nos paraba la policía tratábamos de juntarnos todos y hacer un poco de fuerza. Fuimos aprendiendo algunas cosas que no estaban por ahí bien vistas por la ciudadanía pero es la única parte que aprendimos nosotros a hacer, que es cortar una calle, pelear por nuestro trabajo. No estábamos robando sino simplemente estábamos peleando por una causa justa. Cuando se empezó, se empezó con muy poca gente.

¿Cuántos eran al principio?

Primero éramos cincuenta, pero el tema es que todavía el mismo cartonero no creía en esto. Hasta que se mostró que con un poco de lucha, perseverancia, con tomar un ministerio, y querer tener mejores condiciones de vida, se podía lograr. Mejorar la situación de trabajo como un trabajador más formal, nos costó un tiempito, pero cuando se mostró que había muchas conquistas ganadas, ya era un montón de gente más.

¿Y los pocos que empezaron, empezaron convencidos sobre la capacidad de organizarse o no?

Si, los pocos que empezamos, de los cuales uno soy yo, sí. Tuvimos que aprender que primero hay que asumir un papel que a veces uno no lo tiene en vista. Verdaderamente me autoacredité como referente y en cada lucha y en cada pelea estábamos presentes porque había un aval, porque por más que uno no tenga estudios tiene la enseñanza que los compañeros estudiantes reforzaron guiándonos día a día, explicándonos nuestros derechos.

¿Hoy por hoy esos estudiantes siguen formando parte del movimiento?

Si, siguen formando parte del movimiento pero el movimiento ya no es un movimiento como el que empezó sino que es un movimiento más grande. Hoy están dentro del movimiento pero no actúan como los referentes sino que los referentes somos los recicladores.

¿Qué rol te parece que pueden haber llegado a tener, más allá de los estudiantes, otro tipo de instituciones, pienso en el Estado, la iglesia…?

En los primeros tiempos, los únicos que colaboraban eran los militantes y los abogados, que sabían hacer un escrito, sabían pedir una ley que nosotros no sabíamos, a veces lo pensábamos y ellos del pensamiento nuestro sacaban y redactaban un montón de cosas que por ahí no las sabíamos escribir pero las sabíamos expresar. Eso fue avanzando mucho. Hoy ya hay un respeto a lo que se aprendió, hay una organización importante que creció durante años. Una consigna muy importante fue que no había que pelear simplemente por el tema de la basura sino empezar a pelear por los excluidos, lo que después se llamó MTE (Movimiento de Trabajadores Excluidos), que albergaba un montón de trabajos informales. Ya no éramos los cartoneros que peleábamos sino que tratábamos de pelear en grupo, mas enganchados con los costureros, con los manteros, con los que podíamos de a poquito empezar a trabajar más.

¿Cómo fue el trabajo de armar redes con gente dispersa territorialmente y de otros sectores?

Se fue armando con las consignas que pusimos, como diciendo, nos tocan a uno, nos tocan a todos. Después se fue formalizando de a poquito. Es decir, empezar a organizar manteros, participar en la recuperación de una fábrica, eso fue ayudando un montón. Antes era todo muy disperso, hasta que uno fue aprendiendo los roles. Hoy seguimos estando juntos. Los recicladores hablan de los recicladores, los vendedores ambulantes hablan con los vendedores ambulantes pero, en el tiempo de la lucha, en el tiempo en el que tocan a alguien, tratamos de que los cartoneros, los costureros, las fábricas recuperadas estén juntos con quien realmente lo necesita.

¿En ese tipo de momentos en los que “tocan a uno” es que surge que el lema sea “compañerismo, trabajo y solidaridad” o cómo surge?

Surge de ahí y de la enseñanza que pudimos darle a muchos compañeros. A muchos les quedó, y muchos se olvidaron. La consigna tiene que ser para todos. Lo que aprendió el movimiento, lo que dejó a la cooperativa “Amanecer de los cartoneros” y lo que es el MTE, es que se tiene que tratar de estar, no importa si pocos o muchos o los que sean, tratar de estar donde hoy se necesita, donde el compañero esté, no importa la distancia. Nos ha pasado hace muy poco de solidarizarnos con compañeros en Salta y nosotros repudiar acá, en la Ciudad de Buenos Aires, por no poder viajar. Eso es lo que tratamos de enseñarle a los compañeros que muchas veces en organizaciones grandes y conocidas a veces no lo hacen. Que los que trabajan, los que militan socialmente tienen que estar también al servicio del que lo necesita.

¿Cómo llegaron a reivindicarse como trabajadores plenos?

Primero estuvimos en un proceso muy importante en donde los cartoneros eran los ladrones de la basura. Ahí, creemos que un poco se doblegó al Estado. Había que solucionar algo: los vecinos estaban cansados de la basura y los cartoneros eran los que reducían un poco el problema. Nosotros durante muchísimos años trabajábamos sin percibir nada, sacando toneladas y toneladas de material reciclable para que no se entierre. Eso mucha gente no lo vio y nunca tampoco se dijo que reciclar doscientas toneladas diarias dentro del ámbito de Buenos Aires, que no se entierran, era un costo para el mismo Municipio, que no nos pagaban. Los logros fueron conseguir una mejora para el compañero porque revisar la basura no es muy bueno, es un laburo bastante complicado pero mucha gente aprendió y no cambia este trabajo, porque dentro de todo, este trabajo es un poco libre. La basura es muy rica, mucho tiempo uno vivió de la basura, pero no es que uno solamente vive de la basura sino lo que puede hacerse con la basura en diferentes formas. El que cambia de ropa y la tira, se la lleva el reciclador; el que se va de vacaciones, tiene la heladera con cosas, las saca y se las lleva el reciclador; el que cambia el televisor y el ropero, etc. Tiene un montón de riquezas, entonces, nosotros de la basura sabemos vivir. Nosotros de la basura a veces comemos. Hay mucha gente que tira un cuarto de pizza y lo mezcla con la basura, a nosotros nos parece una injusticia. Hubo momento en que la comíamos igual y, si tenía un poco de yerba, la sacudías y la comías porque por ahí el hambre te llevaba a eso o trabajar tanto tiempo dentro de la calle te llevaba a eso. Por eso decimos que todo lo que es comida tendría que estar separado. Si después veías que las cosas estaban feas, uno no las consumía. Pero hay muchísimas familias que viven todavía de la basura, de las verdulerías que tienen su descarte, de las panaderías que descartan el pan, la grasa de las carnicerías… tenés quinientas mil cosas para poder sobrevivir. Por eso de la basura y de los basurales se sigue sobreviviendo. Y hoy, los logros ganados fueron pelear por una obra social, que sea una obra social medianamente digna como la de cualquier otra persona, tener una vestimenta digna, tener una ropa y que sean reconocidos, que un poco haya cambiado la mentalidad del vecino. En su momento, cuando pasaba un cartonero que llevaba una visera y ropa de civil, no sabías si el tipo venía a juntar cartón o venía a robar. Sigue pasando todavía un poco la discriminación pero, desde el momento en que se empezó a tener el derecho a tener ropa, ya fue cambiando un poco la mentalidad de la gente. Segundo, tener un incentivo por trabajar en una zona, que pensamos que no se corresponde, que tendría que ser un poco más, porque por trabajar dentro de la basura, es más fácil enfermarnos, llevarte cualquier contaminación a tu casa. Hemos tenido en su momento, antes de tener la logística, compañeros que se han muerto arriba de un camión porque se han caído de tantos bolsones que llevaban. Tuvimos una serie de problemas que con el tiempo fueron mejorando.

Hoy ves gente que trabajó y pudo armar su casa. Yo fui uno, en su momento tuve una heladera, un televisor, ropa de la calle, entonces eso es muy difícil cambiarlo. Y cuando hablamos de la basura, la basura es una riqueza, por eso un montón de gente quiere usurparnos el laburo de recicladores. Cuando nosotros quisimos imponer que la ley dijera que los materiales reciclables son de los recicladores y que la basura es de las personas que limpian en los servicios de higiene urbana, fue todo un problema.

¿Cómo es actualmente esa disputa por la basura?

Hoy, después de tanto pelear y de tanto hacer, logramos que se entendiera que no podíamos competir con una empresa de higiene urbana. Entonces se hicieron las cooperativas de recicladores que tenían ya estabilidad y forma; se hicieron unos pliegos donde cada sector tenía recicladores dentro de la misma zona y trabajaban ahí mismo. Ahora, cuando lo escuchás por televisión parece muy lindo. Pero seguimos todavía bastante lejos de poder estar con una mejora del sistema… ¿Por qué? Porque cuando hablamos de tener máquinas, no tenés la logística adecuada para poder arreglarla; cuando hablamos de limpieza, no te da el gobierno la logística; y cuando hablamos de que trabajamos con la basura y la llevamos a un predio de reciclado en grandes cantidades, ese laburo que le estamos haciendo a las empresas privadas (que la tendrían que estar llevando ellos) no tiene el reconocimiento mínimo ni la colaboración de decir “te mandamos cepillos para tener mejor higiene”. Es toda una lucha a llevar adelante. Hoy muchos recicladores están contentos porque hubo un cambio social importante, otros, no. Nosotros, no totalmente, porque pareciera que hay cartoneros de primera y cartoneros de segunda. Hay muchos en un sistema y otros muchos que no tienen posibilidades de entrar porque no están habilitados. No tenés los lugares, no tenés los espacios físicos, no tenés un montón de cosas que tendría que proveer el Estado.

Hablaste de cartoneros de primera y de segunda, ¿cuál es la diferencia entre la situación de los trabajadores de la ciudad de Buenos Aires y otros lugares del país? ¿Es la misma?

No. Yo te digo la verdad, nosotros, en la ciudad de Buenos Aires, estamos a años luz de lo que están en algunas provincias, aislados, que trabajan en vertederos, totalmente descuidados, desposeídos, contaminados, no tienen botines, no tienen nada, no tienen ropa y están trabajando en municipios donde se tira la basura y se sigue enterrando. Todos los municipios tendrían que tener un sistema de reciclado. Nosotros lo entendemos pero ellos no lo entienden. Se ve como se entierra la basura a mansalva en todo el país. El otro día, casualmente, fui a Bahía Blanca a ver una planta que inauguró la ex Presidenta, que se hizo con un préstamo del BID que salió millones y millones. Ves que las máquinas están paradas, no hay mantenimiento, no hay logística y lo manejan municipalmente. Entonces, pensamos que todavía esto tiene que tener un tiempo todavía muy largo para poder mejorarse. Siempre quisimos que las campañas que se hacen sobre la basura, se hicieran con actores que verdaderamente sean los que trabajan con la basura. Cuando se hace una propaganda para que los vecinos no tiren material reciclable, tendría que haber un cartonero ahí, hablando y explicando de alguna forma que cuando uno tira un vaso de vidrio dentro de la basura, yo pongo las manos adentro, me corto las manos, me sale sangre y muestren los puntos. Entonces, falta conciencia, falta educación. Acá nosotros como recicladores fuimos aprendiendo muchísimo, cómo pensar y pelear, que teníamos que tener concientizadores ambientales mujeres, pero no chicas del Estado contratadas para que hablen con los vecinos. Chicas contratadas que salieran desde la basura, que hoy ya no puedan meter mas manos dentro de la basura y que lo puedan explicar con razón: “¿ves? Si yo pongo las manos dentro de la basura y vos ponés un vidrio, yo me corto. Si ustedes no separan esto, esto no sirve, esto se sigue enterrando”.

Y ¿cómo se podría congeniar que se haya cambiado socialmente la concepción del cartonero con que no existan estos cuidados para con el cartonero?

Dicen que la gente está concientizada. Es muy poca la gente que se da cuenta de que clasificar en origen es lo necesario para que haya menos entierro, en Buenos Aires y en cualquier lado. No es lo lógico armar mallas para seguir enterrando. Quieren incinerar pero incendiar es seguir contaminando. Cuando no lo contaminás en la tierra, lo contaminás en el aire y pensamos que dentro de la materia que se tira y que se entierra todavía hay mucho material que se puede reciclar, que puede volver a ser útil.

Y, ¿cómo es la división en cuadrillas que ustedes tienen?

Hay diferentes formas: lo que es cuadrilla son zonas, zonas que se hicieron como licitación. La cooperativa fulana de tal tiene todo Palermo. Yo no voy a entrar a Palermo pero, dentro de Palermo, tenés muchos trabajadores independientes que van tirando un carrito y entran igual. Porque nunca lo vas a poder evitar y porque nunca se vas a poder hacer un censo para poder entrar, porque cuando te lleva la pobreza, lo único que te lleva es a salir a la calle porque de la calle comés. Y el que un poco lo conoce y que lo dejó y que volvió a un trabajo y que mañana lo perdió, y que mañana se queda mal, vuelve a salir a la calle porque sabe que es su única fuente.

¿Cómo es el cupo de recicladores de Ciudad de Bs As.?

Cartonero de primera es el que está ya en blanco. El cartonero de segunda es el que no tiene nada y no tenemos posibilidades porque el Estado, el Gobierno o el municipio no te da posibilidades de incluir. Hay tres mil, cinco mil tipos. No pedimos que se incluya esa cantidad pero decimos incluí cincuenta, después incluís otros cincuenta pero por lo menos vamos achicando la brecha y nos vamos dando cuenta que hay un cambio. Ahora, si para obtener algo tenemos que hacer una movida, a veces es injusto porque quiere decir que estos tipos trabajan bajo presión. Y a veces no es bueno porque dentro de esto, dentro de una marcha y dentro de un montón de cosas, hay compañeros que se desgastan o que piensan que dentro de esto hay corrupción y cuando le dan a uno y después al otro no le dan, termina siendo… y nosotros no somos punteros políticos, trabajamos a conciencia, luchamos y peleamos por lo que no hay. Para mejorar las cosas de vida de los compañeros tenemos que pelear.

En lo que es la mejora de las familias del cartonero también ustedes consiguieron que haya guarderías ¿Cómo fue ese proceso?

Mirá todo muy a pulmón, una sola guardería esta bancada por el gobierno de la ciudad, donde, de tres mil cartoneros, únicamente tenés doscientos pibes, que es muy poco. No hacés nada. Desde el movimiento se trata de trabajar con lo infantil, con la prevención, los adolescentes, que son los que nos van a seguir a nosotros. Si hoy no los empezás a formar y a sentir lo que es la lucha, lo que es esto, no van a llegar nunca. Acá dentro tenemos doscientos pibes y vos decís “cómo doscientos pibes?” y cada vez mas y, si tuviera diez espacios mas como este, tengo trescientos. Porque hoy verdaderamente hay mucho hambre. Las familias sienten que hay hambre. Por mas que trabajen, que sean cartoneros, hay hambre todavía porque el trabajador, el cartonero nunca llega a lo que es una canasta básica. Cuando vos hablas desde el cambio de sueldo, lo que tiene un trabajador de una empresa privada a lo que tiene un trabajador de una cooperativa, es como decir, un operario de una empresa privada que tira la basurita en el camión gana veinte mil pesos por mes y nosotros que hacemos el mismo laburo, por ahí mas sacrificado que los que tienen los tipos, no ganás ocho mil pesos. Hay una injusticia social.

Y además, la política pública no se quiere renovar… Si tuviésemos una fábrica que muela plástico, tendríamos doscientos tipos trabajando y no doscientos tipos más en la calle.

¿Cuál es la idea de paritarias populares que ustedes están proponiendo?

Son como las paritarias comunes pero para los trabajadores de la economía popular, para negociar con el Estado. Porque economía popular no es lo mismo que recicladores. Está en la misma rama pero la economía popular son los vendedores ambulantes, los trapitos, todo lo que fuera informal que nunca los van a dejar formalizarse, que es por lo que nosotros luchamos, que cada cosa tenga su cooperativa, para formalizarse, para que sean reconocidos como trabajadores. Nosotros entendemos que vos vas a once y hay quinientos mil vendedores ambulantes delante de un negocio que vende la misma ropa que vendés vos. Pero no existe la fábrica que les de laburo digno o el lugar de venta para que la gente pueda sobrevivir. Ahora, si nosotros logramos a toda esa gente ingrese dentro de un sistema nunca competiría con un negocio. Los compañeros que están en Once, vendiendo están dentro de la rama de trabajadores de la vía pública que es lo que nosotros llamamos la rama de la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular), y la mayoría no están incluidos dentro de una cooperativa y que están dentro de esta rama y están dentro de la mutual pero también están los compañeros que son trapitos, los motoqueros, los campesinos, huerteros, los cooperativistas, los cartoneros, los trabajadores que trabajan en las villas y en los barrios, haciendo todo lo que es alumbrado, barrido y limpieza. Hay muchas ramas. Eso es para nosotros la economía popular y esa es la paritaria que nosotros pedimos para esos compañeros. Primero, ser reconocidos como trabajadores y, obviamente, también lo que es la paritaria.

¿Por ahí la imagen del trabajador popular no está asociada a la imagen del cuidado del medio ambiente. Ustedes articulan con otras organizaciones ambientales?

No. Mirá, cuando Macri ganó el premio al cuidado del medio ambiente fue a recibir el premio pero nunca se acordó de un pobre, ni por lo menos nombrarnos ni agradecer a los recicladores. Imaginate: tres mil quinientas personas a cien kilos por día, cuántas toneladas se ahorran diariamente. Cuidado del medio ambiente no significa eso, sí, hicieron las placitas para que la gente tire material pero ahí hay algunas cosas que contradicen al reciclado. Si yo pongo un puestito en la plaza y hago un concurso “chicos, todos junten las botellas porque el que gana, se lleva un viaje a Bariloche”, el reciclador, ¿qué va a agarrar? No la va a ver. Si bien la ve porque todo el material después de ahí va a una planta, pero el que vive informalmente todos los días, no la ve. Entonces, entramos en el hambre de ellos. A veces, no es justa la pelea. La pelea hay que darla, que esté ahí pero también me parece bien que el puestito, para la gente que no puede, que sale temprano del departamento, puede dejarlo ahí, está bien pero… bueno, es una lucha que se va a seguir, no la vamos a poder frenar ni nosotros ni ahora, no sabemos qué puede pasar en el cambio este que hay (la entrevista se realizó el 10 de diciembre de 2015, día de asunción presidencial de Macri). Reconocemos y sabemos que Macri nunca en la vida nos quiso mucho, después se tuvo que ablandar. Antes éramos los ladrones de la basura, después en las políticas públicas, en la lucha y por la trayectoria, nos fueron reconociendo. Nosotros pensamos que la lucha la vamos a tener en la calle, vamos a seguir peleando, no por la basura sino por la inclusión social de los compañeros que trabajan informalmente dentro de la basura

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