Dijo el Imam Ya’far As-Sadiq (P):
Si es recitado el Corán en tu presencia es tu deber el silencio y escuchar con atención.
Dijo el Mensajero de Allah (BPD):
Limpiad el camino del Corán. Le dijeron: “¡Oh Mensajero de Allah!, ¿y cuál es ese camino? Dijo: Vuestras bocas. Dijeron: “¿Con qué?” Y respondió: Con el Siwak (objeto similar al cepillo de dientes).

En su Lección inaugural, Roland Barthes recoge a Jakobson y enuncia: “Un idioma se define menos por lo que permite decir que por lo que obliga a decir”, agrega además: “La lengua, como ejecución de todo lenguaje, no es ni reaccionaria ni progresista, es simplemente fascista, ya que el fascismo no consiste en impedir decir sino en obligar a decir”. Aunque no sea nada nuevo para lectores que han presenciado polémicas en los medios de comunicación sobre el lenguaje inclusivo y la Real Academia Española, conviene siempre tener en cuenta que ni siquiera la lengua es un espacio alejado del conflicto. Abundan frases que sintetizan lo dicho, se nos indica que lo personal es político o que la estética es también una ética; todo contribuye, sin embargo, a resaltar algo que no se debe olvidar: pocas cosas (digamos pocas para ser optimistas) son inocentes o neutrales. Un análisis que se precie debe manejar un gran número de variables y evitar una crítica puramente inmanente; hay que enfangarse en las luchas entre distintos discursos y su razón de ser.

Abordar el tópico de la recitación del Corán posee muchas dificultades, pero curiosamente ninguna trata sobre la lengua, lo cual nos permite alejarnos de un terreno pantanoso para poder enterrarnos con alegría en otro igual de complejo. Podemos considerar la dimensión del contenido como una afortunadamente sin conflicto, ya que lo que problematizaremos tiene que ver con cómo suena una recitación y no qué dice. Esto es un punto bastante curioso dentro de la dinámica de las religiones, puesto que generalmente las tensiones se producen por medio de interpretaciones, divergencias litúrgicas o selecciones (eufemismo para recortes nada inocentes) en el canon.

Los protagonistas en el aspecto que trataremos son los qurra, recitadores profesionales del Corán, quienes poseen un privilegio bastante grande dentro del Islam. No se trata solo de leer bien, sino de imprimir estilos y musicalidad, rasgo este último nada menor dentro de la liturgia. Una valoración que se repite hasta el cansancio (pero que en este caso es cierta) sobre los musulmanes y el Corán es la de la importancia en torno al sonido que emana de su práctica.

Ahora bien, esto podría aplicarse a distintas religiones, ¿por qué entonces se emite este comentario específicamente sobre el Islam? Entre muchas razones, vayamos hacia una que quizá sea más contundente debido a su presencia tanto física como simbólica: el minarete. No será suficiente conocer el significado de este edificio, sino tomarse el tiempo de googlear con menos superficialidad. Es una torre con el simple, pero efectivo, fin de realizar el llamado de la oración conocido como adhan. Hasta aquí, uno podría decir, nada todavía genuinamente nuevo: en el cristianismo tenemos las iglesias con sus campanas. Lo llamativo, sin embargo, radica en que el llamado es una canción sostenida cuya fuerza en países musulmanes es abrumadora. A distintas horas del día, las calles se llenan de un sonido que crece exponencialmente. Es una experiencia cotidiana que depende exclusivamente de un entorno que es desbordado por el sonido y que suele deslumbrar a aquellos no acostumbrados a esto. Un caso famoso fue el de una periodista de la BBC que se conmovió al escuchar uno de los llamados a oración encadenado a varios minaretes a la redonda (el video puede verse aquí aunque la calidad y no poder escucharlo en persona reduce considerablemente el efecto).

Al ser tan importante el sonido, entonces, nos topamos nuevamente con que todo no es tan simple ni inocente: a lo largo de la historia surgen distintas maneras de recitar y, por detrás de estas maneras, ramificaciones dentro del Islam. Asimismo, como si se tratase de equipos de fútbol, también existe el interés de países específicos por monopolizar cierto tipo de qurra o recitación. Como ya habíamos mencionado, es interesante mencionar que no se trata de una lucha religiosa por el sentido o la lengua, sino por el sonido, el efecto de la música que lleva el mensaje del Corán. Se llega a un punto donde la misma recitación es un significante, no un significado; la buena lectura se transforma en la buena oración, algo completamente ajeno al énfasis del buen sermón o disquisición teológica en los rezos de otra religión.

La musicalidad de lo sagrado en el Islam, el sonido de lo solemne, no es un hecho aislado: está íntimamente ligado a la poesía árabe y el modelo de la sociedad desde sus inicios. La recitación y el cantar (casi sinónimos) formaron parte del capital cultural de las primeras civilizaciones en la península arábiga. Incluso uno de los atributos más esenciales del profeta Muhammad es su capacidad de oración, lo que le llevó a una disputa con los poetas que varios críticos musulmanes en siglos posteriores retomarían para tratar de dilucidar una cuestión en torno a hasta qué punto la estética y la religión se encuentran unidas. Curiosamente el punto problemático no fue que la religión se convirtiera en algo bello, sino que su sacralidad se perdiera al verse rebajada a formas partícipe de lo bello. Así, el problema no era que una oración del Corán fuese igual de hermosa que un poema, puesto que se puede ser sacro y bello (el amor abunda tanto que una ramificación, el sufismo, se vuelca de lleno a ello), sino que se establezca un punto de igualdad entre algo celestial (el Corán) y algo terrenal (la poesía producto de un ser humano).

Conviene, por lo tanto, recordar al lector que si tras leer este artículo busca qurras por youtube (los hay en cantidad) o indaga más acerca de las recitaciones o los tipos de llamados a oración, está asistiendo a una lucha por el sonido, la música correcta para lo solemne y sacro. Si hubo a lo largo de nuestra misma historia una búsqueda de identidad nacional a través de la música, un ser argentino vinculado al tango o folklore, esta operación no fue nada singular: hace siglos se lleva a cabo una lucha por igual que literalmente llena las calles de las principales ciudades del maghreb y la península arábiga.

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