Son incontables, hoy día, los escritos provenientes de las más variadas disciplinas que indican que mitologías pertenecientes a diferentes lugares del mundo, en diferentes tiempos, guardan estrecha relación entre sí; lo que permite suponer la creación de mitos como una necesidad del ser humano. Estos mismos trabajos permiten detectar rápidamente la existencia de elementos comunes, fundamentales, entre los cuales resalta la lucha librada entre deidades o sus representantes terrenales, con miras a conquistar la libertad del pueblo. Estas batallas se pueden corresponder con la lucha que libran mujeres y hombres consigo mismos en su humano devenir…

…mito es aquella construcción cuya función no es otra que la de contener las ansiedades que, tanto en el individuo como en el grupo, se producen a consecuencia del enfrentamiento con fuerzas incomprensibles e inmanejables. Es decir, toda construcción, toda elaboración creadora, y por ende creativa, cumple una función estructuradora en el sentido en que permite otorgar una cohesión armónica al ser que por razones reales o imaginadas se encontraba fragmentado y por lo mismo se mostraba incapaz de otorgar un marco de estructura sólido que permitiera el bien hacer o el bien crear de quien lo padeciera. (Lozano Ayub, 1998: 17)[1]

Hasta ahí, estamos todxs bastante de acuerdo. El asunto que acá nos planteo es qué pasa con los mitos que se crearon, y se crean, por fuera de ese tiempo ancestral; cómo se desarrollan las concepciones de tiempo y espacio; cómo el arte se nutre de la mitología, al tiempo que la recrea y la deconstruye; y cómo entran a jugar las categorías de “culto” y de “canon”. No hay mejor manera de atravesar esos oscuros campos[2] que de la mano de Cthulhu y respaldados por Mercyful Fate, Cradle of Filth, Morbid Angel, Therion, Samael, Entombed, Iced Earth, y claro, por Metallica también.

Y es que cuando el arte se desprendió de la religión como objetivo casi exclusivo, y especialmente de la presión que ésta ejercía sobre el arte, las puertas de cientos de mundos se abrieron y nos dejaron entrar, a través de la sensibilidad de lxs artistas. Cuando desaparece la doctrina y emergen las estéticas, estamos, pues, frente a un maravilloso panorama, en donde “el creador” es la diversidad.[3]

Estarán pensando: “El campo de las artes, sus instituciones, la industria, la crítica, etc., son extremadamente canónicos y esquemáticos”. Y sí, eso es correcto, también…

Lo que sí me importa rescatar para este artículo es lo siguiente:

Las ciencias, que siguen sus caminos propios, no han causado mucho daño hasta ahora; pero algún día la unión de esos disociados conocimientos nos abrirá a la realidad, y a la endeble posición que en ella ocupamos, perspectivas tan terribles que enloqueceremos ante la revelación, o huiremos de esa funesta luz, refugiándonos en la seguridad y la paz de una nueva edad de las tinieblas. (H. P. Lovecraft: 1926)

A partir de acá, despojado de cualquier sesgo de cientificismo, entenderán (o no) de qué va esto.

El tiempo es uno de los factores cruciales en cualquier estructura mítica, y no lo es menos en la obra de Lovecraft, quien ha volcado una y otra vez la noción de “tiempo” en sus cuentos y relatos, creando así contextos que muchas veces no logramos discernir si son reales, ficticios, pasados, futuros, terrenales o cósmicos, o todo junto. “All nightmare long” es la quinta canción del disco Death Magnetic (Metallica, 2008), y tanto la letra como el video-clip dejan entrever la influencia de un relato de horror titulado En la noche de los tiempos, publicado por primera vez en 1936. En este, entran en juego algunos de las ideas desarrolladas por S. Freud sobre lo siniestro y lo reprimido, y la banda de Hetfield así lo interpreta: “…Crawl from the wreckage one more time / Horrific memory twists the mind / Dark, rutted, cold and hard to turn / Path of destruction, feel it burn / Still life. Incarnation / Still life. Infamy / Hallucination. Heresy / Still you run / What’s to come? / What’s to be?”.

No será ni la primera ni la última vez que Metallica se apropia de este tipo de recursos literarios, ni de la figura de los sueños traumáticos y, mucho menos, de los mitos de Cthulhu.

Y si pensamos en tiempo, también pensemos el espacio como un eje transversal en cualquier historia, mito, cuento. Los espacios en la obra de Lovecraft suelen remitir a los parajes más remotos de la Tierra, y cuando no es explícito, lo hace a partir de reminiscencias como la siguiente:

El miedo hablaba desde las erosionadas piedras de esta vetusta superviviente del diluvio, de esta bisabuela de la más antigua pirámide; y un aura imperceptible me repelía y me conminaba a retroceder ante antiguos y siniestros secretos que ningún hombre debía ver, ni nadie se habría atrevido a examinar. (Lovecraft: 1921)

La utilización de lugares desconocidos, oscuros y terroríficos está bastamente desarrollada en letras de heavy metal, a veces con dejos realistas/históricos, y otras veces jugando con la fantasía y la ciencia ficción. En este caso, que acá expongo, me parece que “The ancient ones” es lo que se dice un buen ejemplo: “Locked deep beyond the gate / lost within the stars / Realm of the ancient ones / malignant ones / Against the light / power of the blackened sky / Hateful spawn <We are the chasm depths>”. (Morbid Angel, Blessed are the sick, 1991)

Tiempo y espacio crean así el basto campo de acción donde historias tenebrosas transcurren, desde Lovecraft hasta King Diamond. Se crea y se fomenta de esa manera, una cohesión y una sinergia entre mitología y arte, donde el segundo disputa palo a palo ese lugar “transcendental” de la primera, de tal manera que ya no solamente “los antiguos” son creadores de mitos.

El arte, las artes, no han querido quedar en el mero lugar de retratar escenas mitológicas, sino que han ido un paso más allá: como fenómeno y acción creadora, han buscado romper las estructuras y a partir de ellas (re-de)construir nuevos sentidos y mundos posibles. Nuevamente, en algunos casos, esos mundos se han limitado a castillos, dragones y bosques, sin más intención que contar una historia. Pero el caso que acá me ocupa puso en jaque la noción de real o ficticio al establecer una “mitología moderna” a partir de una serie de cuentos y relatos, dejando al mundo una maravillosa narrativa, al mismo tiempo que desafía los conceptos y los cánones de “real/ficción”. Así, la tesis de Paul Watzlawick (1979) acerca de la creación de realidades a partir de la comunicación, puedo transpolarla, si me lo permiten, y sin la carga peyorativa, al mundo de la literatura y la música.

…Gadamer entiende que la obra de arte… se convierte en una creación autónoma que refiere al mundo de una manera reveladora de su esencia. La obra de arte opera, así, hermenéuticamente: al interpretar busca el sentido interior, hondo e inescrutable de las cosas y, al expresarlo, da a conocer eso interior que estaba oculto. Resulta, desde este punto de vista, que la obra de arte ni se agota en, ni se puede definir a partir de lo estético, dirá Gadamer que el comportamiento estético es parte del proceso óntico de la representación”. (Amador-Bech: 2012)

A lo largo de la historia, la idea de lo canónico es atravesada una y mil veces por el arte y también el culto pasa a tener otros significados y elementos que lo componen. Aparecen así revisiones de lo ritual en las artes y las culturas (también estudiado, entre otros, por Gadamer), y la literatura y el metal se hacen eco de estos temas para sumar oscuridad a sus obras. Samael lo hace de manera instrumental con la canción “Rite of Cthulhu” (Worship him, 1991).

Nuevamente Metallica, muchos años antes que la cita anterior, decía “Crawling chaos, underground / Cult has summoned, twisted sound / Out from ruins once possessed / Fallen city, living death” (“The thing that should not be”, Master of puppets, 1986).

Therion, por su parte, en “Cthulhu” presenta un panorama bastante sombrío también: “Feel death, passed the life, ritual turn it at sown / Love in hate, brood shedding tear” (Beyond sanctorum, 1991).

Y también, en esa línea de un oscuro despertar, Cradle of Filth retoma el mito de Cthulhu en un temazo del 2000:

Spatter the stars / Douse their luminosity / With our amniotic retch / Promulgating the birth of another hell on Earth / Shadows gather poisoned henna for the flesh / A necrotic cattle brand / The hissing downfall pentagram / Carven deep upon the church doors of the damned / But no passover is planned / A great renewal growls at hand / And only when they’re running / Will they come to understand”. (“Cthulhu dawn”, Midian)

Queda en evidencia, con estos ejemplos y con otros que no pude incluir, pero que quedan referenciados al final del texto), que el metal extremo ha recurrido de manera bastante habitual a la obra de Lovecraft y ha llevado a oídos de millones de metaleros los mitos de Cthulhu. No parece extraño que estilos tan oscuros como el black o el death metal incurran en este tipo de inspiración. Como también ha sucedido con otras bandas y otras influencias literarias, el metal permanentemente está abriéndonos las puertas de sus bibliotecas y está “acercándonos” a nuevos mundos. Aunque el caso de Metallica (particularmente “The call of Ktulu” y “The thing that should not be”) pueda ser incluso más reconocido que la obra del mismo Lovecraft, me interesaba plantear en estas líneas cómo se encuentran y se retroalimentan diferentes manifestaciones de la cultura popular, y qué tipo de reacciones genera. Desde ya, lo innombrable (?) y los alaridos guturales suelen generar temor y rechazo, siempre lo desconocido genera temor. Y el temor, muchas veces, genera interés…


Referencias bibliográficas:

Amador-Bech, J. (2012). La interpretación de la obra de arte desde la perspectiva de la Hermenéutica Filosófica de Hans-Georg Gadamer. Revista de Investigación de la Universidad Simón Bolívar, Nº 11, México.
Gadamer, H. G. (1991). La actualidad de lo bello. El arte como juego, símbolo y fiesta. Ediciones Paidós, Barcelona.
Lozano Ayub, J. (1998). El mito. Estructura estructurante del ser y la cultura. Tesis de Maestría. Facultad de Filosofía y Letras – Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey. México.
Lovecraft, H. P. (1921). La ciudad sin nombre.

  • (1926). La llamada de Cthulhu.
  • (1931). En las montañas de la locura.
  • (1936). En la noche de los tiempos.

Watzlawick, P. (1979). ¿Es real la realidad? Confusión, desinformación, comunicación. Herder Editorial, Barcelona.


Referencias musicales :

CRADLE OF FILTH (2000). “Cthulhu dawn”.
ENTOMBED (1991). “Stranger aeons”.
ICED EARTH (2014). “Cthulhu”.
MERCYFUL FATE (1996). “Kutulu (The Mad Arab Part II)”.
METALLICA (1984). “The call of ktulu” (instrumental);

  • (1986) “The thing that should not be”;
  • (2008) “All nightmare long”;
  • (2016) “Dream no more”;

MORBID ANGEL (1991). “The ancient ones”.
SAMAEL (1991). “Rite of Cthulhu” (instrumental).
THERION (1991). “Cthulhu”.


Notas

[1] Jeannette Lozano Ayub (1998). El mito. Estructura estructurante del ser y la cultura. Tesis de Maestría. Facultad de Filosofía y Letras – Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey. México.
[2] Los de Bourdieu; no los de frutillas por siempre.
[3] Para no extenderme en este sentido, lxs invito a leer a Hans-Georg Gadamer (1991) La actualidad de lo bello.

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