Esa encantadora tregua de mentira – Editorial 54

La idea de “vacaciones” es eminentemente moderna. No fue sino hasta bien entrado el siglo XX que comenzó a pensarse que el trabajador merecía un descanso anual. Lo que hoy llamamos vacaciones era solo una atribución que las clases dominantes se arrogaban porque podían hacerlo, porque podían delegar sus asuntos sin merma de su patrimonio y de su estilo de vida. Se las tomaban cuando querían, cuando necesitaban un descanso o un viaje. La literatura está llena de ejemplos de gente a la que sus médicos le recomendaba un “cambio de aires” en balnearios, en la montaña o en casas de campo. Cosa impensable para los obreros de la revolución industrial que miraban con añoranza los tiempos en que las estaciones determinaban sus temporadas de descanso y de trabajo.

Esa linda cajita boba para interpretar – Editorial 53

En épocas de video-política no nos queda más que juzgar a la televisión como médium omnipresente entre lo comunitario y lo individual. Nuestra relación con los hechos sociales hace tiempo que dejó de ser de cuerpo presente. Asistimos al foro público colocándonos frente a la pantalla. Desde allí damos o quitamos nuestra aprobación, abonamos la ilusión de participar de un proceso social enjuiciándolo con un mero clic al control remoto.

El feroz encanto de habitar en el horror – Editorial 52

Los conceptos cambian en virtud de las circunstancias sociales que dan pie a las ideas que los forman. Considerar que no están sujetos a la variabilidad del tiempo y del espacio es un error que ni el naturalista más inocente se atrevería a cometer sin antes sonrojarse. El concepto de ciudadanía no puede ser el mismo de la Atenas del S. V. a.C. ni el de los sociólogos del S. XX. El mundo cambió. Las fronteras difusas que parcelan los países, las provincias y los municipios ponen en crisis cualquier seguridad, cualquier identidad territorial que tenga la pretensión de cristalizarse más allá de los manuales.

Las Formas de la Extranjería – Editorial 51

Hace algunas semanas Ángela Merkel, canciller alemana, dijo algo que por su lugar en la distribución mundial del poder y por las asociaciones que despierta la historia de su país sonó a tenebrosos augurios para los migrantes del mundo “la sociedad multicultural ha fracasado completamente”. Eso no sólo da cuenta de un fantasma merodeado sobre las políticas actuales sino también de un problema con el que las sociedades no se acostumbran a lidiar: la cuestión de los extranjeros. Tema caro al ideario de las derechas reaccionarias, siempre vuelve a surgir con múltiples rostros cuando las crisis estallan. Es uno de los puntos de fuga hacia donde se dirigen las miradas de quienes no están dispuestos a reflexionar sobre las causas de sus propios errores. La incapacidad de las distintas sociedades por asimilar a los migrantes se encuentra basada en un dispositivo perverso, los necesita como mano de obra barata y a su vez como una entidad negativa desde la cual aglutinar todos esos difusos caracteres que constituyen “el ser nacional”.

Sobre viejos y cambios – Editorial 50

En tiempos arcanos, la presencia del viejo en una comunidad representaba la voz de la sabiduría y del pasado. A través de él, la tradición era comunicada y los antepasados se unían con los presentes por un vínculo perenne y dinámico. Eran el testimonio de tiempos lejanos, de una sabiduría que había llevado a la comunidad a ser lo que era. Y esa sabiduría solía ser efectiva y por eso respetada, por su operatividad ante los cambios que era capaz de ver una vida humana. El horizonte de variabilidad de la vida social era pequeño, limitado. La vida de abuelos, padres e hijos no distaba mucho entre sí. Otras son las experiencias de nuestras sociedades y comunidades. Nuestros abuelos y padres han visto tantos cambios a su alrededor que el mundo que habitan nada tiene en común con aquel en el que nacieron. Aquellos que tardaron meses en migrar del viejo mundo a este tardan horas en hacer el camino de regreso. Los parientes que se perdían a causa de la lejanía hoy están a un llamado de distancia. Aún viven algunos que vivieron en un mundo sin genocidios ni el terror nuclear sobre sus cabezas.

La vida y la muerte, una misma cosa – Editoral 49

Pepe Mujica, presidente de Uruguay, dijo en los funerales de Kirchner que hay que celebrar la vida y la lucha como homenaje a los compañeros convocados por las leyes de la biología. No hay mejor definición posible para iniciar y clausurar los debates sobre el acontecimiento político más importante de la escena nacional desde la crisis de las instituciones del 2001. La muerte de Néstor Kirchner será pensada, escrita y leída durante años como un punto de inflexión en la vida nacional. Esta publicación, que ha comulgado a medias con el proyecto que encabezó el ex presidente, siempre ha tenido una mirada crítica ante las graves falencias de forma y fondo que presentó esa entelequia alguna vez llamada transversalidad. Esa distancia no le resta méritos a los importantísimos logros que su gestión alcanzó en los términos de una paulatina normalización de la crisis social que devastó y devastará aún por años a las capas más desvalidas del tejido social. Acaso sea demasiado pronto para realizar un análisis más o menos certero sobre su persona. Sus funerales dieron una muestra de cariño y adhesión que, como en el caso de Raúl Alfonsín, sólo generan los muertos.

Tecnologías sociales – Editorial 48

La creación, posesión y uso de la tecnología ha sido desde siempre determinante en el desarrollo de las sociedades. El dominio del fuego, pilar fundamental en la progresiva constitución biológica y social del hombre tal y como lo conocemos, significó desde el paleolítico en adelante la posibilidad de modificar la calidad de vida. Esa es la función primordial de un artefacto, signo de la tecnología: hacer la vida más fácil, mejorarla, suplir la indefensión constitutiva. La herrería, la rueda, el astrolabio y el sextante, el ábaco, el papel, la imprenta implicaron un salto cualitativo en las formas de entender el mundo y las relaciones que entablan los hombres con él y entre sí. Esas herramientas posibilitaron el cruce de océanos y el sometimiento de imperios, la llegada a la luna y la amenaza del invierno nuclear. Dual, por ser un producto humano, la tecnología pendula entre el beneficio y la condena para el hombre, siempre debe ser interpretada, siempre es un signo de algo más que el objeto en sí mismo.

Instituciones y respeto a la ley – Editorial 47

Los griegos tienen una frase para todo. Uno de ellos dijo hace 2500 años: “Hay que defender la ley como se defienden los muros de la ciudad”. En una edad donde las leyes eran una novedad y aún había quienes recordaban un mundo de despotismo sin crítica, el llamamiento se volvía vital. La ley debe ser defendida como se defiende el lugar donde se vive, porque la ley es el fruto de un acuerdo que uno ha prestado por el simple hecho de estar viviendo en comunidad con otros. No era, ni es, ni será tan sencillo como esto. El pensador omitía el carácter clasista de las leyes, sus devenires históricos, el uso discrecional que muchas de ellas adquieren con el tiempo. Pero su inocencia puede ser disculpada por su momento histórico. Lo que no podemos es disculparnos a nosotros mismos cuando contemplamos la vulneración cotidiana de la ley, como si esta no nos incumbiera en absoluto, como si fuera un problema de otros, en otro lugar o en otra sintonía política. Porque no sólo está quien vulnera la ley desde el crimen liso y llano, sino también ciudadanos no criminales que llaman a desoírla, o custodios de las instituciones que imprudentemente siembran vientos olvidando lo tormentosa que puede volverse la cosecha.

El Otro en la política Argentina – Editorial 46

No es casualidad que en este número de ANDÉN una parte importante de los participantes sean mujeres. Al tratar el tema “El otro”, no hay voz más autorizada que la femenina para dar cuenta de un espacio que ha sido históricamente el de la segregación. Cultura machista, la occidental, siempre ha relegado las voces que no comprende, sobre todo, aquellas que apelan a alguna forma de sensibilidad, eso que no puede controlarse nunca del todo, que no puede ser sojuzgado ni apresado definitivamente dentro de cánones y muros. Esa intentona milenaria que apunta contra la mujer, el extranjero, el loco, los niños, el homosexual, el que piensa distinto, polariza la visión de la realidad y proclama un montaje siniestro; uno que acaba acrecentando la neurosis, porque la mirada puesta siempre en el otro y en su negación abreva en la imposibilidad de pensar una síntesis que reúna los elementos dispersos de la sociedad en la que se vive. Y no alcanzan todas las balas del mundo para matar la diferencia, ni todas las leyes ni todos los discursos.

¡Eureka! Ciencia en la Argentina – Editorial 45

Aristóteles decía que la filosofía era la ciencia de las primeras causas y los primeros principios. Lo que nos deja que la ciencia versa sobre eso: causas, principios y -agrega el sentido común-,consecuencias. Como modo de pensar y como actividad creadora y beneficiosa para la comunidad humana, la ciencia o las ciencias tienen por objetivo determinar un campo de acción, entender un orden determinado de la realidad y cambiarlo. De algún modo el filósofo antes parafraseado y sus seguidores, por ejemplo Marcilio de Padua, sostuvieron que las artes (un extraño sinónimo de ciencias) son lo que el hombre pone de sí en la naturaleza para mejorarla y así sobreponerse a su indefensión y a su debilidad constitutiva.