¿Qué fue primero, Cthulhu o el heavy metal? Cuando la cultura popular se hace mito, la revolución es inevitable – Andén 92

Son incontables, hoy día, los escritos provenientes de las más variadas disciplinas que indican que mitologías pertenecientes a diferentes lugares del mundo, en diferentes tiempos, guardan estrecha relación entre sí; lo que permite suponer la creación de mitos como una necesidad del ser humano.

Este mundo solamente romperá tu corazón – Andén 91

Todos tenemos la experiencia del bucle mental, esa idea compulsiva a la que volvemos una y otra y otra vez sin solución de continuidad y que nos impide retroceder tanto como seguir adelante. Esa idea, asociada a prácticas determinadas, es quizás una de las características principales de la neurosis obsesiva. Un retorno a la niñez más primaria en la que el acto de la repetición fijaba conceptos. Eso que hacen los infantes, que ven un millón de veces las mismas películas, los mismos dibujitos; que preguntan casi como en una conmoción mental “¿Y mamá? ¿Y papá? ¿Y Candela? ¿Y la moto?”. La repetición pavloviana, como fijación y refuerzo de algo del mundo que nos ha interpelado y se afinca en el hondo bajo fondo eternamente sublevado.

Altar. Humano, demasiado humano – Andén 91

Reificar el mal. Abigarrarlo a las voces; ocultarlo en la brevedad del silencio; hacer del mal una forma de vida, una obediencia debida; es más: reproducirlo, potenciarlo, multiplicarlo. Las formas de la maldad no es una nominalización de desujetarse, sino por el contrario, de volver a anclarse a grandes referencias que de tan monstruosas −siempre monstruosas para enfrentarse a los monstruos, como lo proponía Nietzsche− no nos dejan ni la faz. El mal nos borra la faz, los ojos, nos deja vacíos de órganos −decía Artaud−, nos devuelve al mundo, pero en el vacío más brutal e inhóspito. Quizás el mal sea la verdadera modulación de la vida, el único sentir plenamente bello antes de la muerte. Hacer el mal, orientarlo, volverlo ético, una voluptuosidad.

Todos somos vagones del mismo tren – Andén 90

Una banda proveniente del conurbano con casi treinta años de trayectoria nos demuestra que puede pensar las diferentes problemáticas latinoamericanas desde la visión de los sectores más postergados y marginados. Al ritmo veloz, potente y agresivo del Thrash Metal, aborda la cuestión de la violencia con el lenguaje directo y de denuncia que caracteriza a aquel subgénero del Heavy Metal.

Melodías de la violencia. El metal patagónico y la “conquista del desierto” – Andén 90

Marca de época, la palabra devaluada. La hiperinflación de mensajes circulantes pareciera acumular significados hasta volver una pregunta sin respuesta posible qué se dice cuando se dice el significante. Como una maldición, Humpty Dumpty salta de este lado del espejo y se multiplica. Pulula. Lo adivino detrás de ellos. Se me hace ahí cuando impostan su voz imitando a gurúes berretas de la motivación. Cuando invitan con sonrisas diáfanas y colores claros a la tolerancia y el respeto mientras debajo de la mesa desatan el bozal del perro rabioso, que babea y se relame porque olfatea sangre. Una frase que ya no tiene, porque es de las paredes y las banderas y la calle, dice que eso es mentir y que mentir es violencia.

Las mujeres como sujetos transformadores del Heavy Metal – Andén 89

Al escribir sobre música Heavy Metal, como forma artística y movimiento cultural; al avanzar en una lectura orientada hacia el género y las mujeres en el Heavy Metal; al adentrarme en los pequeños espacios reservados para la mujer en este movimiento y al preguntarme por qué el Heavy Metal no ha hecho eco aún de los cuestionamientos de género, me he encontrado con una especie de supuesto generalizado de que la música es en sí misma un lenguaje universal y autónomo y que excede a los sujetos que la componen. Lo mismo sucede cuando hablamos del ethos del «ser metalero», el Heavy Metal tiende hacia un lenguaje de resistencia universalista de «tener aguante», de «no comerse ninguna» y de «destrucción», en donde la construcción de subjetividad es dejada de lado.

Vivir sin los padres, dilema del metal criollo – Andén 87

Recientemente vi El ciudadano ilustre, filme de Duprat y Cohn que retrata tan bien (quizás, sin quererlo) la mutación cultural de un artista. En la película, Daniel Mantovani (con algunos guiños hacia Aira, sin duda alguna) es un escritor argentino que gana el premio Nobel. Hastiado de su vida burguesa en Barcelona, decide salir de ese estado post mortem y aceptar la invitación que le hace la municipalidad de su pueblo Salas, en Buenos Aires, para condecorarlo con la medalla de “ciudadano ilustre”.