Marcada por una fuerte crisis socio-económica, terminaba en nuestro país la década de los ochenta. Un nuevo gobierno, y las esperanzas renovadas de un pueblo que necesitaba creer. En los años venideros, Latinoamérica y el mundo entero iban a ser testigos de enormes cambios en lo que respecta al rol de los estados y de la economía global. El modelo neoliberal se instauraba claramente en estas tierras.
La Supremacía del más fuerte. La Autoestigmatización mediante el uso de la música en volúmenes altos en espacios públicos. Una mirada Sociológica – Exclusivo web
El trabajo pretende dar una mirada sociológica intentando aplicar algunas categorías específicas para entender el uso de la música “fuerte” en espacios públicos pensándola como carácter (auto)estigmatizante.
Los desafinados también tenemos corazón – Andén 53
“¿Dónde iremos a parar, si se apaga Balderrama?” encaraba el primer estribillo con gran entusiasmo y voz de largo alcance un muchacho como cualquier otro, en una peña como cualquier otra. Estribillo de la maravillosa y muy conocida “Balderrama”, zamba de Gabriel “Cuchi” Leguizamón. Nos rodeaba a todos una voz robusta, de buen color, buen vibrato, atenorada, y perfecta… desafinación.
Música eterna: Colorado el 32 – Andén 49
«Subime el acople!”, le pedía sorpresivamente el guitarrista de una banda a su sonidista durante una prueba de sonido al darse cuenta de que el sonido del acople – tan despreciado e incómodo en general – completaba una armonía que hasta ahora no había podido encontrar para ese tema.
Edición limitada y convaleciente: Hitazos pum para arriba – Andén 42
Ayer mismo, mientras trabajábamos en una clase de piano, la primera de las Gymnopédies de Erik Satie, traté inocentemente de entusiasmar a mi alumno diciéndole que esta piecita es buenísima para levantar alguna minita. “Tocate una que sepamos todos” le van a decir en alguna velada festiva con piano incluido; y él, impávido, va a conquistar una damisela interpretando esta preciosa obra. Recordé entonces, que cuando tenía algunos años menos de los que tengo ahora, tocaba a cuatro manos la Danza húngara Nº 5 de Brahms con otro pianista -que en aquella época se ganaba el pan tocando música funcional al piano en un resto-bar-teatro muy cool del barrio de Almagro/Palermo/Recoleta-; recordé además, que cada vez que tenía ganas de recibir unos aplausos sin demasiado esfuerzo, me apersonaba en el citado bar de la calle Mario Bravo para enardecer a las masas con este hitazo de la música clásica.
Diálogo con Santiago Santero: «La curiosidad de todos nosotros nos lleva a donde nos lleva» – Andén 37
Santiago Santero nació en Buenos Aires en 1962. Estudió piano en el Conservatorio Nacional de Música, dirección orquestal en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata y composición con Guillermo Graetzer y Mariano Etkin.
I. Consideraciones generales y falso Renacimiento – Andén 29
El camino que me propongo recorrer es muy vasto, y podría empezar escribiendo sobre los modos gregorianos, la música litúrgica del siglo IX, el origen de la polifonía[1], el surgimiento de la notación musical, etc. Sin embargo, esto sería remontarnos a muchos siglos atrás y a música prácticamente inconseguible, y esta sección pretende funcionar como una guía para quien quiera acceder a la música clásica y no sepa cómo ni por dónde o quién empezar.
El otro (música para pastillas) – Andén 21
El Resquebrajamiento del régimen menemista y su continuadora, la alianza, ayudaron a parir el primer género verdaderamente original del siglo XXI argentino: la cumbia villera.
Emergente feroz de una década signada por el desmantelamiento del estado y la instalación del individualismo hedonista como cosmovisión nacional, la pobreza encontró en la cumbia su forma más acabada de exhibición. Capaz de expresar el escenario socioeconómico en el que las masas postergadas vivían, las primeras producciones de Pablo Lescano, creador del género, sacudieron lentamente a la música de Latinoamérica.