El negro mar de la colonialidad – Llorar sobre el petróleo derramado – Andén 41

«Estaban todos los árboles verdes y llenos de fruta, y las yervas todas floridas y muy altas, los caminos muy anchos y buenos; los ayres eran como en abril en Castilla; cantava el ruyseñor…”. Así escribía Colón en su diario personal de viajes, el 13 de Diciembre de 1492. Maravillado por lo que pensaría como Paraíso Terrenal, luego finalizaría la nota enfatizando: “Era la mayor dulçura del mundo. Las noches cantavan algunos paxaritos suavemente, los grillos y ranas se oían muchas…”. Colón había llegado al Caribe, esos trópicos adyacentes a lo que hoy conocemos como el Golfo de México, y cuyas aguas, clima y viento tropicales comparten ambos.