“Queremos criar un hijo libre, que elija qué colores usar, cómo vestirse, con qué y a qué jugar”, convenís con tu pareja en voz alta, delimitando ese deseo como horizonte. Hasta que un día común, tomás el tren con tu hijo, escuchan las ofertas de juguetes, stickers y chucherías que se ofrecen, y el vendedor, sin ver al nene, te mira y dice: “¿Para nena o nene?”.