5 discos 5 chupamedias de la profe (pero solo porque es linda) – Andén 82

Los griegos, siempre los griegos. Estos pibes que ahora le tiran piedras a la policía y a los bancos, en otra edad del mundo, inventaron las formas primeras de transmisión profesional del conocimiento. Podemos caer en el romanticismo de la actividad educativa y enumerar los beneficios que la sociedad saca de ella, lo mucho que eleva nuestra condición de tarados cerriles, de cuánto nos salva de (o nos lleva a) las propias mazmorras humanas.

5 discos 5 para darle unos tragos al Riachuelo – Andén 81

Y Dios separó las aguas para ordenar el baldío. Poco importa que con ella se cargara a toda la humanidad, salvo al promiscuo Noé y a su zoológico privado. El agua estaba antes. Sola, con dios. Por eso todas las religiones tienen algún mambo con ella. Por vieja, por memoriosa, porque con la misma piedad que te riega los campos te desborda los ríos y si vivís en la orilla…, bueno, te jodés.

5 discos 5 para mandarla cruda y a lo bestia – Andén 80

La pornografía es una categoría difusa y en constante revisión que se encuentra incluso donde la ignoramos. La falsa intimidad de los otros se nos impone en imagen como producto de entretenimiento a consumir. El cuadro de la genitalidad plena nos invade los ojos, nos ocupa las manos y se derrama en aspectos de nuestra vida que van configurando al pequeño gran voyeur que llevamos dentro.

5 discos 5 Tan hoy como ayer – Andén 79

¿Cuál es la magia que nos encandila del Estado? ¿Por qué insistimos en pensarlo, en desearlo, en deplorarlo? Una vez instituido el pacto social, no hay marcha atrás. Lo dijo ese viejecillo salvaje de Hobbes y tal vez Platón antes que él: solo puede substraerse de la influencia del Estado un dios o una bestia. Ese pacto ─el Estado─ no fue firmado por nadie, nadie fue consultado, nadie lo acordó. Esa es su ilusión primigenia: parecer natural.

5 discos 5 para la revolución de Randazzo que marcha…, que para qué te cuento – Andén 77

El tren no solo funda la revolución industrial, funda también la nostalgia moderna. Un modo de lo nuevo para encarnar una de las tristezas más antiguas, la del adiós. Antes de ahora, puertos y pañuelos blancos despedían a los barcos que se iban. Montados los rieles de un lado a otro del mundo, los andenes y estaciones trocaron el escenario de las despedidas. La nueva herramienta que unía velozmente los puntos de un territorio acrecentaba las distancias, pues no hay peor lejanía que aquella que puede cubrirse rápidamente para nada. Cuando el adiós es definitivo, no hay tren bala que llegue a la estación de la dicha. Peor aún cuando los trenes son argentinos y lo gestionan peronistas.

5 discos 5 a puro cuerpito gentil – Andén 76

Cuando pensamos en el cuerpo humano, en su anatomía y en sus dimensiones, reactualizamos esa imagen del hombre de Vitruvio que los siglos han ido tatuando en el lado interno del marote. La pura perfección que inspiró a Da Vinci es una carga pesada para todos los que no tenemos ni la buena fortuna ni la voluntad de querer parecernos al ideal occidental de belleza. Gordos, fumadores, sedentarios. Pies planos, drogadictos, tumorosos. Bulímicos, alcohólicos plenos de diarrea y de ladillas. Así son los cuerpos. Débiles, sufrientes, dados al exceso; porfiados en el goce de lo nocivo a sabiendas, emperrados en que el templo que los dioses nos labraron lleve la marca de nuestro paso por el mundo.

5 discos 5 Agarrá la pala y andá a laburar, vago – Andén 75

La única utopía buena es la que tiene el buen tino de quedarse en el papel. El resto sólo se labra dejando tras y delante de sí un tendal espantoso de muertos e injusticias que sólo consideran aceptables los que se encuentran del lado sano del gatillo. Cuando una comunidad, una sociedad o una generación se encaminan en busca de ella más temprano que tarde acaban perdiéndose en sus propios pasos, como lo hacen los fieles de cualquier religión. La utopía que inspira y mueve y enamora es también la que obnubila y obliga a porfiar en el deseo aun cuando todo ha dado muestras de su imposibilidad. Fin sin medios, pura potencia sin forma.

5 discos 5 Dale Mauricio, pegame que me gusta – Andén 74

El estigma es una marca en el cuero, un deíctico:  esta llaga,  cicatriz, arañazo. El estigma teórico no existe, es una bravuconada de la intelectualidad ociosa. Si no se lo siente, si no se lo ve sentir, si no se lo comparte no hay idea cabal de su alcance ni de su profundidad. Al estigma se lo lleva, les dice a todos cuál es nuestro padecer aun cuando lo escondamos y los otros no quieran percibirlo; porque su función es señalar una falta, una carencia y una trasgresión. No nos autoestigmatizamos, aun cuando seamos nosotros quienes empuñemos el látigo que nos marca son otros los que operan detrás. Fuerzas enormes y poderosas que púgiles como Freud y Nietzche señalaron y que aún hoy nos cuesta ver.