Un café bajo Camino de Cintura

Siempre viví en Barracas y nunca había pisado la estación Buenos Aires de la línea Belgrano Sur, que parte desde la capital hacia dos destinos diferentes: González Catán o Marinos del Crucero General Belgrano. Esta terminal es un resto anacrónico: basta recorrer algunas calles de Barracas para sentir que la sombra de Prudencio Navarro nos cuida o nos acecha. Al ver una formación detenida, me apresuro a subir casi por inercia. Antes, pregunto: “¿Este va a Mendeville?”, pero mis interlocutores no reconocen el nombre de la estación.

Grabados en la memoria

Algún mes del año 1978. Ese año, había obtenido el «permiso» de ir solo hasta el colegio, tercer grado. De todas maneras, veinte años más tarde me iban a hacer la gran revelación: en los primeros meses, me seguían las tres cuadras que separaban mi casa del establecimiento, para saber si cruzaba bien la calle. Claro, hoy impensado para la cantidad de vehículos y temas de inseguridad. De ese año, tengo algunos recuerdos.