Unos muchachos muy interesantes de la edad media, los llamados averroistas latinos, sostenían, a grandes rasgos, que hay dos modos de acceder a la verdad: la razón y la fe. Y que al entrar en conflicto una y otra era la fe la que salía perdiendo ya que, mutatis mutandis, Dios es omnipotente pero se atiene a la razón, porque es tan buena onda que ni te cuento.