De simbolismos y otras yerbas – Andén 30

Cuando uno llega a la Sede de Gobierno de Bolivia lo hace desde arriba, y no porque viaje en avión. La Paz es como una olla y, para llegar al centro, debe descenderse cautelosamente desde los bordes hacia la profundidad. Los sinuosos caminos que se desenredan desde la cima del altiplano boliviano generan una notable sensación de vértigo en una caída que parece no tener fin. La atracción de lo urbano se ve potenciada con casas que parecen trepar las montañas. La ciudad está ubicada a tres mil seiscientos metros de altura y –desde Uyuni– se llega a través de un camino que envidiaría cualquier corredor del Rally Dakar.