La asimilación de la figura del extranjero con la del «otro», una práctica que no es nueva, presenta a la diferencia como un elemento disvalioso y, en ciertos casos, atemorizante, ya que rescata y actualiza la idea de la barbarie: una idea que atraviesa la historia y constituye la pieza clave de un proyecto de dominación cultural.
El Otro en la política Argentina – Editorial 46
No es casualidad que en este número de ANDÉN una parte importante de los participantes sean mujeres. Al tratar el tema “El otro”, no hay voz más autorizada que la femenina para dar cuenta de un espacio que ha sido históricamente el de la segregación. Cultura machista, la occidental, siempre ha relegado las voces que no comprende, sobre todo, aquellas que apelan a alguna forma de sensibilidad, eso que no puede controlarse nunca del todo, que no puede ser sojuzgado ni apresado definitivamente dentro de cánones y muros. Esa intentona milenaria que apunta contra la mujer, el extranjero, el loco, los niños, el homosexual, el que piensa distinto, polariza la visión de la realidad y proclama un montaje siniestro; uno que acaba acrecentando la neurosis, porque la mirada puesta siempre en el otro y en su negación abreva en la imposibilidad de pensar una síntesis que reúna los elementos dispersos de la sociedad en la que se vive. Y no alcanzan todas las balas del mundo para matar la diferencia, ni todas las leyes ni todos los discursos.