Lucidez y simpleza son las utopías que atraviesan el inicio de todo texto, por más pequeño, grande, filosófico o periodístico que sea. El autor que se proponga explicar la realidad de manera compleja fracasa o peor aún se pierde en la indiferencia de la incomprensión. Parece que lucidez y simpleza son palabras que se han peleado hace tiempo, irreconciliablemente. Una, la simpleza, por la dificultad de encontrarla; la otra, la lucidez, por ser un recurso no renovable o en “peligro de extinción” si no se hace un uso sustentable de ella.