Hay una infinidad de mapas que ayudan a recorren los caminos que llevan desde la puerta de casa hasta el Dorado o hasta Shangrilá. Hay mapas con división política, con división física, mapas en donde se detallan las poblaciones y la escala hipsobatimétrica. Hay mapas que nos dan una pista sobre la política vernácula y que sirven para entender quién es quién en el escenario ideológico. Hay mapas para todo, pero nunca representan fielmente la verdad. En el mapa está el ojo del cartógrafo, está su estrechez y su prejuicio y su deseo y sus ganas locas de que al final de la última línea trazada esté el tesoro escondido allí donde nace el arcoíris.