Se sabe que aquí en Brasil el ganador de la primera vuelta electoral siempre se impuso en el segundo turno. Ergo, Serra no debería ganar. Y respecto de la segunda, la matemática, dicen todas las encuestadoras, incluso las más mimosas con el candidato de la oposición, que la señora está cada vez más cerca de los 50 puntos, mientras que él apenas si arañó los 40.