A pesar de los avances en materia de equidad de género, de respeto a las diversidades y de intentos, absolutamente insuficientes por parte del estado, de contener la proliferación de imágenes hipersexualizadas, asistimos a una suerte de “adultización” de niños y, fundamentalmente, de niñas, cada vez más pequeños, que son expuestos como objetos de deseo ante la mirada adulta.