Pelear solo, sin aliados, no es recomendable. Luchar en comunidad siempre tiene buenos resultados aún perdiendo la batalla. El cansancio se soporta mejor entre todos. La angustia es posible vencer cuando estás acompañado. No hay largas distancias cuando en tu ruta de peregrinaje existen otros caminantes. El miedo y la noche desaparecen cuando te sostienen las manos solidarias y comunitarias.