Uno de los aspectos más brutales con los que representamos al agua es la furia de los mares. Desde tiempos inmemoriales todas las culturas que viven a su vera agradecen sus dones, pero también le temen. Nada de eso ha cambiado en absoluto. En épocas de bits, átomos y biotecnología, aún resuena ese miedo que se dispara en ocasiones hacia los símbolos más impensados.