La Escuela -lo que en Argentina damos a llamar facultad- de Sociología de la Universidad Central de Venezuela (UCV) está situada en el corazón de Caracas. El sitio es realmente llamativo: en medio de un parque enorme se encuentran diseminados los edificios correspondientes a las diversas carreras. Toda la UCV se encentra aquí reunida. Una de las cosas a destacar es su formidable arquitectura y su excelente mantenimiento.

Los edificios donde se dictan las clases, lejos de estar completamente sellados, no poseen ventanas. En ningún momento se interpreta tal situación como un descuido. Se nota con claridad que la planificación de estos espacios ha sido pensada completamente. Es así que, a pesar de las altas temperaturas que se registran en el Caribe, y gracias a la total ausencia de lo que en el sur se da a llamar invierno, los edificios están construidos de tal modo que sin necesidad de aire acondicionado, se disfruta de un clima realmente agradable y fresco.

 Como contrapartida, no debe dejar de mencionarse el efecto indeseado que esta planificación luce: como se ha dicho, es una gran virtud la ventilación natural, posibilitando clases climáticamente irreprochables; sin embargo, no dejan de ser ciertos los volúmenes de ruido…

*

En este contexto dialogamos con el profesor Edgardo Lander, acerca de las elecciones parlamentarias celebradas el pasado 26 de septiembre, en la República Bolivariana de Venezuela.  Lo que en principio fue un análisis sobre lo puesto en juego en las elecciones -el sistema electoral venezolano, los resultados y sus interpretaciones, la necesidad de un debate crítico hacia el futuro, que involucre tanto el papel del petróleo en el modelo productivo, el liderazgo de Chávez- acabó extendiéndose sobre las características del proceso de cambio del país, la complejidad de las categorías de “derecha” e “izquierda” para explicar la totalidad de las relaciones sociales de la actualidad, y los gobiernos descoloniales de Bolivia y Ecuador. Maneja con igual frescura temas que exceden a su territorio: hombre de la Patria Grande, está al tanto de los pormenores de los procesos tanto históricos como actuales de todo el continente.

 Asimismo, según manifiesta Lander, el sistema capitalista está llegando indefectiblemente a su fin. Sobre la hipótesis de que el capitalismo implica necesariamente un crecimiento sin fin, y la certeza de que el mundo posee una cantidad limitada de biodiversidad natural, resulta inconsistente el crecimiento a los límites del planeta. Por tanto, o bien surge una estrategia alternativa al capitalismo, o bien la humanidad perecerá.

*

ANDÉN: ¿Considera que el chavismo es una Revolución o un proceso de cambio?

 Edgardo Lander: Prefiero hablar de un proceso de cambio, no solo por el gobierno, sino también por las características de lo que significa hablar de una revolución. Hay una cosa que dice Aníbal Quijano y que me parece absolutamente fundamental: cuando uno piensa la sociedad como una totalidad, hay un modo de entenderla como totalidad, como orgánica y como sintética.  En términos sintéticos, la sociedad está organizada como un todo articulado, bajo una lógica única. Así, una totalidad se puede transformar en otra totalmente diferente. Por el contrario, Aníbal piensa que esta totalidad es una articulación heterogénea de sub-totalidades que a su vez son heterogéneas. Entonces, no hay tal cosa como un principio totalizador único y transformable, sino partes heterogéneas y en conflicto.

 La noción de poder es también pensada como conflicto que se da a propósito de diferentes ámbitos de la vida colectiva, como el trabajo, la autoridad, el cuerpo, del conocimiento -subjetividad del cuerpo, de la naturaleza y los bienes comunes, etc-. Ninguno de esos ámbitos es determinante, pero tampoco ninguno es autónomo. Por tanto, tampoco puede uno construir una teoría general que establezca la predominancia de uno sobre otro en algún momento histórico, sino que por el contrario, en lo que él (Quijano) llama el patrón de sistema-mundo moderno de la colonialidad del poder, las relaciones son de determinación recíproca pero también cambiante.

 Si entendemos la sociedad con esa complejidad, entonces la noción de Revolución no es factible. Tú no puedes cambiar de un día para otro los patrones de conocimiento, la subjetividad, etc. La sociedad tiene unas complejidades que hacen que ello no sea posible. Entonces, tiene sentido plantearse cuáles son las dinámicas de transformación y cambio que operan en la sociedad en cada uno de los ámbitos.

 La palabra revolución se vació de sentido. Sí puede pensarse en un cambio radical donde los patrones que te mencioné se modifiquen rotundamente. Pero en esa lógica, el Estado es uno más de los patrones y con limitaciones serias para incidir en los otros. Esto no significa que no sea importante, ni que tampoco importa si el Estado es de derecha o izquierda; pero lo que ya sabemos es que no es posible rediseñar la sociedad desde el Estado, la historia nos dice que eso no es posible. Entonces la pluralidad y fuerza de la transformación dependen de muchas otras cosas. Por ejemplo, ¿cómo se construye cuando –inclusive para sobrevivir electoralmente- ante las expectativas que tiene la sociedad de lo que constituye un buen gobierno, se debe profundizar la dependencia petrolera, y así tener suficientes ingresos fiscales que le permitan hacer lo que se supone que un gobierno democrático hace? Ante estas contradicciones actualmente no tenemos respuesta, y las políticas anteriores no sirven.

 Hay cosas, como la ley de glaciares o la ley de matrimonio igualitario, recientemente debatidas en Argentina, que están extraordinariamente complejizadas y que no son reducibles al eje de análisis predeterminado por las categorías de izquierda y derecha.

 Si uno piensa en términos historicistas-mecanicistas sobre cómo sucedió la transformación del feudalismo al capitalismo, tiende a suponer que se dio por la contradicción de clases entre los señores feudales y los siervos, y resulta que lo fundamental de esta transformación se dio intersticialmente. En los intersticios de una sociedad se desarrolló otra. No hubo revolución en ningún momento. Entonces, ¿por qué nos hemos de imaginar que el fin del capitalismo se dará mediante una revolución?

 

ANDÉN: Pero, más allá de la heterogeneidad de los patrones y su necesaria relación, ¿no hay preponderancia de unos sobre otros?

 E.L.: Están todos necesariamente relacionados, pero no hay una sobre-determinación teórica de unos sobre otros. En determinado momento unos pueden tener preponderancia sobre otros. Esto es un asunto histórico-empírico.

 

ANDÉN: Estos ámbitos ¿no están en cierta medida atravesados por el ámbito político (sea o no estatal)?

 E.L.: Está atravesado por el político, pero también por el de la subjetividad, y los patrones de conocimiento, por las formas de organización del trabajo, etc. Pero si tú utilizas atravesado como sobre-determinado, no; pero si lo haces como que penetra, incide, sí.

*

ANDÉN: ¿Cómo ve los procesos que avanzaron sobre las categorías clásicas de izquierda y derecha y que plantean una descolonización, como son los ejemplos de Bolivia y Ecuador? ¿Incluye a Venezuela en esta lista?

 E.L.: A Venezuela también lo incluyo por otras razones. Las dinámicas descolonizadoras no son equivalentes, pero las hay.

La dimensión descolonizadora constitutiva de América –esto también lo menciona Quijano- es la racialización de población, la construcción de sujetos jerárquicamente estandarizados por su raza. Esta lógica se mantuvo y se mantiene en el continente.

Si se analizan las constituciones originales americanas, bajo la pregunta ‘¿Quiénes son los ciudadanos?’ encontrarán que los ciudadanos son blancos, masculinos, urbanos, letrados, con bienes, etc. Esto excluye –no solo práctica sino constitucionalmente- al 95 % de la población. Entonces ese diseño, las luchas fueron por la inclusión en ese orden liberal de ciudadanía colonial.

Si la única forma de inclusión de los indígenas es la ciudadanía liberal, no se está negando el acceso, pero sí se pide como condición para la inclusión la renuncia a lo que sé es. Ésta es la lógica colonial. Por ello cuando se habla, en el proceso boliviano, de la descolonización, no se está hablando de que un gobierno encabezado por movimientos indígenas incluya al sistema liberal a aquellos excluidos, sino que se está transformando el Estado para que reconozca la plurinacionalidad, que son formas de pensar, de hablar, de relacionarse con el entorno, diferentes. Esta tarea es de una complejidad mucho mayor que la inclusión en un sistema liberal y colonial de los que fueron negados.

 

ANDÉN: Finalmente, ¿por qué hoy más que nunca es necesario pensar una alternativa al capitalismo?

E.L.: El capitalismo es, necesariamente, un sistema de crecimiento sin fin. El crecimiento sin fin es una imposibilidad total en un planeta finito. Entonces, lo que está en juego no es si el capitalismo podrá sobrevivir muchas décadas más, porque eso no es materialmente posible. El problema es si nosotros como humanos podemos sobrevivir al capitalismo. Wallerstein dijo que estamos avanzando hacia las fases finales del capitalismo. Eso va a ser un proceso brutalmente conflictivo. Lo que no sabemos es si lo que salga de eso va a ser mejor o peor. Nada está garantizado.

Si no hay una reorientación y una transformación profunda de las relaciones con el entorno, en esa dinámica destructora, vamos en camino a situaciones que van a generar inestabilidad. La gente afectada no se va a quedar tranquila resistiendo, habrá migraciones poblacionales, se profundizará la militarización –lo que también ocasiona un mayor daño al medio ambiente-, etc. Ya no se trata de si nos gusta o no el capitalismo, no se trata de qué se prefiere, ¿o es otra sociedad no capitalista, o es barbarie destructiva? Ahora esa otra receta no la tenemos. Y los tiempos se nos agotan.

*

Así, luego del fresco diálogo con Lander, tal vez algo de las tantas cosas que pesan en el ambiente, nos quede haciendo ruido en la cabeza..■

Entrada anterior Relatos de genocidios, saqueos y resistencias: La Argentina ignorada – Andén 48
Entrada siguiente La segunda vuelta en el país de Lula: Un octubre brasileño – Andén 48

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *