Lo que impacta en estos dos haikus es el nivel de percepción que, aunque simples (¿qué puede haber de raro en percibir una camelia cayendo?), exigen una extremada refinación perceptiva. ¡Hay que aguzar el oído para oír la caída de la camelia y se requiere estar bastante despabilado para poder entender de qué se trata el silencio de las flores! Por otro lado, la experiencia de estos poetas del haiku viene de un tiempo y un espacio que hoy puede parecer extraña. Nos habla quizás de una experiencia frente a la cual, actualmente como habitantes de las modernas metrópolis, quedamos perplejos. ¿Pues en qué lugar hallaremos la camelia que cae y el silencio de las flores? ¿Y qué tiempo tendremos para sintonizar nuestro estar al que nos proponen los haiku?
Impermanencia – Andén 89
Uno de los rasgos que con más frecuencia se relaciona al budismo es el del carácter impermanente de nuestra existencia. En una comprensión simple, podemos decir que el budismo explicita que nada permanece igual. No solo el mundo fenoménico, sino aquello que consideramos el núcleo íntimo de nuestra identidad no es más que un discurrir constante. Nada permanece estable.
¿Prácticas auténticas o traducciones latinoamericanas? – Andén 86
Los sentidos de nuestras prácticas en el mundo no se definen de una vez y para siempre y no calan de igual manera en las diferentes clases sociales. El yoga y el budismo en nuestra región conviven con la armonía y el conflicto, dos versiones de lo humano y de la política en tensión.