El consumo excesivo tiene consecuencias, no siempre del todo malas. El arte se nutre de ella para dar cuenta de cuestiones latentes y así retroalimentar la cadena de montaje que va del fenómeno al hecho artístico y de él, a la reflexión. El cine, con su dinámica también permite ver eso: la basura no sólo está ahí, sino también en los ojos del que mira.