Los colores definen la identidad de las cosas, despiertan impresiones y generan emociones. Pero raramente una ciudad o un barrio se pueden asociar a un color. Ese caso excepcional es Boedo, donde el azulgrana es tan fundamental para su identificación como el Homero Manzi, el Tango o la intersección de las calles San Juan y Boedo. Aquí el color es pasión, es cultura, es historia.