pesar de que en nuestro país se prohíbe el trabajo infantil1, la última encuesta realizada por el INDEC2 en el 2017, informó que casi un millón doscientos mil niños, niñas y adolescentes se encuentran realizando actividades económicas dirigidas al mercado, al sustento propio y familiar y a trabajos intensivos hogareños. Esta deuda histórica debe permitirnos rescatar y revalorizar aquellas conquistas sociales, emprendidas por el movimiento obrero argentino a principios del siglo XX, que buscaban separar el mundo laboral del mundo de la niñez. Pero, sobre todo, que buscaban visibilizar y recuperar las voces y el papel desempeñado por los niños
Nada es más cierto que una deuda – Editorial 93
o hay −acaso no podría haberla− cultura, civilización o pueblo alguno que no se encuentre atravesado de un modo u otro por el concepto de deuda. Las relaciones sociales se fundan en alianzas de reciprocidad, es decir, en una correspondencia mutua de beneficios, en un ida y vuelta de dones y contradones que van atando, engarzando una trama de sociabilidad que constituyen, con sus bemoles, una experiencia común. La vida misma es algo que se nos da y que nos coloca en una cierta posición de sumisión −temporal o permanente− con aquellos que nos la brindan o la facilitan. Los