El dedo que punta – Editorial 94

ensar la política es, en gran parte, pensar la obediencia. Si nos remontamos al sentido original de la palabra, cómo y cuándo someterse al imperio de lo común; desde Platón y Aristóteles pasando por los sofistas, Marcilio de Padua, Maquiavello, Hobbes y los contractualistas, hasta los posmodernos más cerriles se han preguntado cuándo conviene hacer lo que nos dicen y cuándo no. En esa saga de pensadores de la obediencia y la desobediencia, una parada obligada, que ingresa por la tangente, la constituye el texto del francés Étienne de la Boetié, titulado “Discurso de la Servidumbre voluntaria”, del año 1530.

Para tu piel de verano – Editorial 76

Marchas de disidencia sexual (gays, lesbianas, trans en todas sus variantes posibles), encuentros de mujeres, cambios de sexo, comidas light, abortos, drogas, entrenamientos, deportes, danzas, sexo puro y duro, mucho sexo; los cuerpos de hoy se consuman en extremos, en libertades, en dolores y en placeres; movimientos, condicionamientos y vicios. Son virtualidad y permanencia. Atraviesan disciplinamientos y revoluciones. Están expuestos, demasiado expuestos. Si hubo un tiempo en que la razón y el pensamiento dominaron la escena, hoy la tendencia se revierte: se vive con el cuerpo, y ya, por favor, no nos enrosquemos en la claridad y la distinción modernas.

Públicas Intimidades (Observaciones) – Andén 34

Pueden ensayarse muchas definiciones de la política, lo cierto es que una o varias regulan las conductas de una gran cantidad de personas con respecto a diversos temas. En una democracia una política focalizada en un tema en particular, ya sea de un partido político, de una asociación o una política de Estado, es la representación de la suma de voluntades e intereses de un conjunto de individuos preocupados por ese tema en cuestión.