¿Sos sordo o te hacés? De señas, signos y colonialidad del lenguaje – Andén 72

Parece que solo ciertos aspectos de nuestra existencia signan la categoría de “discapacidad”. Discapacitado –dice el sentido común- es aquel que no puede caminar, entender, ver, hablar u oír. “Persona con Discapacidad” –dice la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad- son “aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás”.

¿Qué ves cuando los ves? – Andén 72

La beneficencia y la caridad suelen ser las prácticas gubernamentales y sociales que prevalecen frente a la problemática de la discapacidad. Medidas que parecen ser funcionales a esa mirada hegemónica que ve a las personas con discapacidad como “enfermos, retardados, marginales”, mirada predominante en una sociedad poco preparada para aceptar lo diferente. Aun así, existen experiencias que buscan romper estás lógicas e instalan nuevos sentidos.

El feroz encanto de habitar en el horror – Editorial 52

Los conceptos cambian en virtud de las circunstancias sociales que dan pie a las ideas que los forman. Considerar que no están sujetos a la variabilidad del tiempo y del espacio es un error que ni el naturalista más inocente se atrevería a cometer sin antes sonrojarse. El concepto de ciudadanía no puede ser el mismo de la Atenas del S. V. a.C. ni el de los sociólogos del S. XX. El mundo cambió. Las fronteras difusas que parcelan los países, las provincias y los municipios ponen en crisis cualquier seguridad, cualquier identidad territorial que tenga la pretensión de cristalizarse más allá de los manuales.