Tilcara. 1986. La Selección argentina hace una promesa a la Virgen de Copacabana con la condición de regresar para agradecerle. El equipo argentino gana el Mundial. Nunca vuelve a visitar a la Virgen. Río de Janeiro. 2014. Después de 28 años, la Selección Nacional vuelve a jugar la final de la copa del mundo. Rodrigo Palacio la tira por arriba y nos recuerda que nunca vamos a ser felices. También que las promesas incumplidas a entidades religiosas pesan a la hora de definir nuestros destinos.
Ahora bien, ¿por qué en pleno siglo XXI tantas personas siguen creyendo que fuerzas “sobrenaturales” pueden influir en el devenir de sus vidas? O, en todo caso, ¿por qué no deberían creer en eso?