Todavía nos cuesta salir de la sorpresa. La muerte siempre es inexplicable, por más que podamos suponerla y más aún cuando nos referimos a alguien que está en el centro de la escena
Parada obligada en la comprensión de la realidad
Todavía nos cuesta salir de la sorpresa. La muerte siempre es inexplicable, por más que podamos suponerla y más aún cuando nos referimos a alguien que está en el centro de la escena
Escribo estas líneas mirando el reloj con cierta impaciencia. Todo el tiempo estoy llegando tarde, todo el tiempo tengo que estar yendo hacia otro lugar. Imposible sentarse a escribir. Muchos menos a re-flexionar, a realizar esa acción del pensamiento que implica detenerse y volver sobre las cosas, los acontecimientos, las ideas. Detenerse, para avanzar. No, imposible. Solo hay avance. Las maquinas perforados avanzan en el cerro, el gobierno avanza en sus declaratorias de muerte, la justicia avanza en su persecución de los que estorban. No, imposible detenerse. Y, sin embargo, hay una voluntad que pecha, que tira, que te dice,