En esta ocasión el tren se detuvo en un andén plural, un pluriandén podríamos arriesgar. Porque pensar la cultura así solita parecía algo poco, limitado, pero a la vez inmenso e inabarcable. Inmenso en el sentido de intentar meter absolutamente todo lo que es producido por el hombre allí dentro de este único concepto. Limitado, si efectivamente decíamos: “esto es la cultura” dejando inevitablemente fuera, en un espacio salvaje, aquello que no fuese contenido en la definición.