Lejos, muy lejos de lo que cierto pensamiento hegemónico nos quiere hacer creer, el colonialismo no es un hecho ignominioso que desapareció felizmente de la faz de la tierra a mediados del siglo XX, sino que es un fenómeno que sigue operando en la actualidad. Aunque ciertamente ya no aparece en su forma descarnada de dominación política y militar, su lógica subyacente sigue imperando en términos de colonialidad, como una matriz global de poder que perpetua la dominación de los pueblos ex-colonias y que establece una fuerte jerarquía entre “razas”, culturas, saberes, géneros, economías, etc reputadas como superiores e inferiores.