La vorágine de la vida urbana es fácilmente asimilable a la locura. Miles de estímulos, órdenes, un ritmo de vida y expectativas que se reciben, se procesan y actúan con un mínimo de conciencia disponible. Ya Marx nos explicó que la alienación es parte de nuestra vida desde que venimos a este mundo capitalista. ¿Es posible entonces escapar a la locura? ¿Un segundo de conciencia libera? ¿Cómo pasamos de ella a la acción coherente?
La pelota sí se mancha – Andén 47
Hombres incapaces de aceptar sus limitaciones, sociedades resultadistas y un enorme negocio detrás de la competencia de alto rendimiento manchan constantemente al deporte mundial.
¿Despenalización del consumo de marihuana? Luz verde en confusión – Andén 47
Para comprender el controvertido fenómeno de la drogadicción debemos no sólo entender sus causas y las políticas que regulan su consumo, sino también la forma en que la información llega a la sociedad. Atento a la tendencia en crecimiento de falta y mal manejo de la información, la ignorancia se instaura progresivamente, llevándonos a observar con detenimiento este fenómeno.
El cronista de discos y esas cosas que ya no pasan
No había nadie aun. Los demás esperaban alrededor de la puerta. En grupos. Dos por aquí, tres por allá. Susurrado. Con desconfianza. Mirando a los otros grupitos de reojo sin perder en ningún momento la tensión en los hombros.
Perfumes – Andén 23
La ciencia no debería dedicarse a curarnos de las drogas, sino a crear drogas que nos haga bien ya que El mundo no colabora para que la gente deje de drogarse, el orden cósmico invita a cualquier cosa menos a la vida sin aditamentos. “la adicción a las drogas legales o ilegales siempre delata un dolor. Un dolor por lo que encubre, por lo que disfraza o disimula, uno que nos corroe a todos: la vida cuesta” escribió Sandra ruso en página/12 hace unos años. El que se droga por diversión o necesidad necesita algo que la vida así, como está, no le da. Le pasa lo mismo al evangelista fanático, al militar convencido de su reserva moral, al trotamundos incansable, al adicto al porno, al infante que se chupa el dedo frenéticamente. La vida cuesta y no regala nada. Nos exige buscarnos nuestro propio salvavidas. El problema es que no siempre conseguimos diferenciar un tronco flotante de un adoquín.