Hijos de puta, lo que se dice hijos de puta, va a haber siempre; siempre los hubo y siempre los habrá. Lo importante es no dejarlos pulular por las calles, escondiditos bajo su disfraz de cordero o viejecito. Un nuevo aniversario de un golpe de estado brutal tiene que obligarnos a repensar no sólo nuestra historia sino el modo de relacionarnos con ella y con sus consecuencias.