El infierno son los otros, no hay nada que hacerle. Mucho respeto, mucha integración pero los que nos joden siempre son los otros. El único “nosotros” más o menos viable es el que encontramos en el solipsismo más cerril. Porque el otro siempre es puro límite, es ahí hasta donde se puede llegar, es quien nos recuerda que no se puede todo, que la propia voluntad no tiene el control remoto del universo.