Las narraciones populares reúnen características que no pueden separarse de las circunstancias en que ocurren, y de la referencia a su contexto comunitario. De lo contario no serán comprendidas e interpretadas en su riqueza. Como sustento de esta afirmación opera la convicción de que la tradición es un proceso dinámico y en transformación continua operada por los sujetos culturales –en sus dimensiones subjetiva y colectiva -, lo que posibilita vincular pasado y presente, y adaptarse a los cambios del contexto social y cultural.