Los conceptos cambian en virtud de las circunstancias sociales que dan pie a las ideas que los forman. Considerar que no están sujetos a la variabilidad del tiempo y del espacio es un error que ni el naturalista más inocente se atrevería a cometer sin antes sonrojarse. El concepto de ciudadanía no puede ser el mismo de la Atenas del S. V. a.C. ni el de los sociólogos del S. XX. El mundo cambió. Las fronteras difusas que parcelan los países, las provincias y los municipios ponen en crisis cualquier seguridad, cualquier identidad territorial que tenga la pretensión de cristalizarse más allá de los manuales.