Cuanto más autoridad y más poder nos concede la gente, más humildad debemos tener, más oídos abiertos, más tolerancia, más autocrítica. La revolución no sólo es acción, no sólo es batalla cotidiana, sino reflexión. Es importante detenerse en la vida y en la historia para evaluar el recorrido en el camino. Seguramente que no todo lo hacemos bien. Retroceder no siempre es ir hacia atrás sino hacia delante.