Establecer límites o separar tierras puede resultar sencillo cartográficamente hablando, si con esta comparación puede reducirse la objetable conducta, a nuestro entender, de los legisladores provinciales cuando frescamente decidieron la división de un promisorio distrito como es el de Chascomús. En fin, allá ellos y sus conciencias… Pero las relaciones humanas son más complejas que un simple levantar de mano. Promulgación y publicación que refieren hasta dónde van las demarcaciones recientemente establecidas por gente que nos desconoce como pueblo pujante si lo ha habido y que sin duda continuará siéndolo.
No pueden definirse por ley escrita un sinnúmero de acciones cotidianas —de lo más diversas y complejas como todas las cosas de los hombres— sin meterse de lleno en su verdadera dimensión. La realidad de nuestras relaciones diarias en el trabajo, negocios, educación, costumbres y diversiones van mucho más lejos que ser de la ciudad cabecera o de otra.
Los vecinos de estas tierras no estamos permanentemente observando nuestra procedencia, sino sólo para enorgullecernos de ello o rememorar tiempos pasados. El crisol de razas que devino en lo que somos hoy en día como comunidad, tal vez haya sufrido ciertos percances de convivencia entre paisanos, pero al ver los resultados nos aventuramos a decir que tan mal no le fue a nuestros antecesores.
Ahora bien, cómo vamos a seguir en esta historia divisionista: ¿nos preguntaremos de dónde somos cuando estemos en el médico, en la escuela o en el café?
La verdad es que a la hora de convivir en espacios comunes no podremos desmembrarnos, seguiremos siendo los mismos vecinos que comparten mucho tiempo juntos, que deberán superar decepciones y alegrías, en desmedro de encontrarnos como hacedores de nuestros propios destinos.
Porque lo único que no podremos permitirnos es inmovilizarnos, ni cobijarnos bajo la omisión o la duda. Tendremos que hacerle un frente común a la realidad que nos toca ya “historiar” y autorizarnos a avanzar en aras de la buena vecindad que siempre existió entre Chascomús y Lezama, aunque ahora nos hayan querido separar■