Mi obsesión por conocer los países Latinoamericanos delineó nuevamente mi destino vacacional. Esta vez nos fuimos con unas amigas a Venezuela. Lugar sorprendente si los hay: arena blanca, agua cristalina, palmeras gigantes, gente alegre y amable, comida sabrosa… Pero algo en particular nos llamo extremadamente la atención desde el primer día que llegamos: ¡los exuberantes senos de las mujeres venezolanas y las figuras de los maniquíes con las súper grandes tetas plásticas!

Sorprendidas por la abultada bienvenida comenzamos a investigar un poco más sobre el origen de los magnos senos. A partir de allí comenzamos a barajar disparatadas conjeturas: que la comida tenía hormonas, que había algún bicho misterioso que las picaba y las hacía crecer o que el ejército bolivariano vendía una pastilla que inflamaba los senos para que las mujeres le pongan el pecho a las balas. Pero ninguna fue acertada. La respuesta nos la dio un chamo venezolano: “¡hacerse las tetas en Venezuela es una ganga!”. Sí, así como lo leen, ¡hasta las tetas son socialistas!

En este momento cabría preguntarse: ¿qué relación lógica puede haber entre los exuberantes senos operados y el socialismo del Siglo XXI? A los ansiosos lectores les aconsejo que inspiren, exhalen lentamente y se preparen para leer la respuesta al final de la nota.

Comenzar el análisis con índices estadísticos[1] suele ser bastante frío, pero a instancias prácticas resultan sumamente gráficos para dimensionar el proceso económico, social y político que viene atravesando Venezuela. Durante el gobierno chavista, la tasa de desempleo bajó del 16,6% (en 1999) al 7%(en 2008) y la extrema pobreza bajó del 20,1% al 9,5 % (en 2007) esto significa que 2.124.208 personas salieron de la extrema pobreza durante ese período.

Asombrosos son los avances a los que se ha llegado en 11 años de la revolución Bolivariana. Pero mostrar los números sin preguntarnos cuáles fueron los ejes políticos de su creación sería absurdo. Por eso es necesario profundizar un poco en las políticas sociales y económicas de Venezuela y en la maravillosa organización del poder popular. Si hay algo por lo que se caracteriza el pueblo Venezolano es por su capacidad de organización, lucha y concientización —como ejemplo de ello tenemos el Caracazo en 1989 y la defensa del pueblo venezolano hacia el presidente Chávez luego de dos intentos de golpe de estado: en abril de 2002 y en diciembre-enero de 2003—.

La expresión máxima de esta organización de poder horizontal y desde abajo hacia arriba (no desde los gobernantes hacia el pueblo) son los Consejos Comunales y las Comunas.

Los Consejos Comunales son un grupo de vecinos que se juntan en asamblea y designan a voceros, quienes son los representantes que administran las distintas comisiones formadas. Como mínimo, el consejo comunal tiene que tener 7 comisiones, entre ellas finanzas, producción, infraestructura, cultura, educación, deportes y la comisión que la comunidad crea pertinente para resolver las problemáticas sociales de la zona. Hay dos elementos centrales en los Consejos Comunales: el Banco Comunal y la Contraloría Social. El Banco está situado dentro de la comisión de finanzas; éste recibe fondos del Estado para que los proyectos que los vecinos necesiten se lleven a cabo. La Contraloría es el órgano que inspecciona que los fondos sean utilizados para los proyectos. Este proyecto originariamente nace como organización espontánea de los propios vecinos, aunque recién en el 2006 se aprueba la Ley de los Consejos Comunales —que legitima la construcción del poder popular—.

Cuando estaba en Santa Elena —un pueblo muy pequeño que está al oeste de Caracas—, un hombre que vivía ahí me comentó su experiencia con los Consejos Comunales. Me explicaba que Santa Elena nunca había tenido acueducto y que gracias a la participación activa del pueblo en los consejos comunales lo pudieron hacer. Recuerdo que lo que más me sorprendió de la historia fue que los vecinos que tenían experiencias en construcción —y los que no también— se pusieron a hacerlo sin esperar ninguna remuneración.

Ellos mismos se organizan de tal forma que pueden dar un cambio cualitativo en su forma de vida. Esto es organización del poder popular y lo pueden hacer porque tienen al Poder Ejecutivo que los legitima y los acompaña. También tienen sus problemas: no todos los alcaldes son oficialistas, por lo que no apoyan la iniciativa; algunas alcaldías no aportan el total del presupuesto necesario para que sean administrados por los Consejos Comunales.

La otra pata comunitaria son las Comunas Socialistas, que son un conjunto de Consejos Comunales agrupados en una instancia superior, y la intención es netamente política. Se trata de promover valores socialistas. Hay comunas que tienen escuelas de formación socialista y empresas de producción social. Aquí, también el gobierno los acompaña dándoles financiamiento y apoyándolos en los marcos legales. Según Chávez, la que decide es la comunidad: “No es Chávez el que va a decidir, son ustedes —dice, interpelándolos—, es el poder popular, es la democracia directa a través de las asambleas populares, a través de la participación, es el protagonismo popular”.

Claro que toda esta fogosidad popular debe tener su arraigo en la creación de un frente económico paralelo que fortalezca los intentos de crear una nueva forma de producción y organización. Pensar una Economía social dentro de los márgenes de una sociedad capitalista suena casi ilógico; sin embargo, el gobierno ha creado un tendido de redes cooperativas entre las distintas esferas de la sociedad civil.

En donde se evidencia esta nueva lógica de intercambio es en el ámbito rural. Durante los 10 años de la revolución, el Estado venezolano rescató un total de 5 millones de hectáreas de extensión por medio de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, en la que se defiende el rescate de tierras y no la expropiación agraria, ya que se demostró que eran tierras fiscales que habían sido ocupadas ilegalmente por latifundistas. Estas tierras fueron convertidas en centros de producción agraria de propiedad social, que son conocidos como fundos zamoranos, y/o para repartirlas entre los campesinos pobres para uso y disfrute a través de las llamadas cartas agrarias; la Nación conserva la propiedad para evitar que sean vendidas y monopolizadas por los capitalistas del campo nuevamente. Estos fundos tienen la particularidad de generar una nueva manera de producción donde se busca promover el cooperativismo y la auto-sustentabilidad bajo una perspectiva de abordaje integral que parte desde la entrega de la tierra, mecanismos de financiamiento colectivo (Bancos Comunales), mejora de la infraestructura y soporte para el desarrollo. También se les ofrece a los campesinos capacitación y desarrollo cultural así como acompañamiento en relación con la política de comercialización.

Pero no todo es color de rosas en un país que intenta ser socialista dentro de un mundo capitalista. Existe una constante tensión entre el intento de construir una sociedad justa con una economía solidaria y perversas leyes de mercado , de esta manera, se hace casi imposible sostener una economía comunitaria que conviva con la salvaje lógica mercantil que está comandada por la competencia desigual y la explotación de las clases más bajas.

Asumiendo estos obstáculos, el Estado venezolano está creando células de producción solidaria. Tales son los ejemplos del MERCAL y PDVAL (y los ya mencionados fundos zamoranos).

El MERCAL surge luego de los intentos desestabilizadores del Paro Nacional Patronal del 2001-2002. Actualmente hay 15.741 MERCALES. El objetivo es garantizar alimentos a un costo casi simbólico para que las personas de bajos recursos puedan acceder a la mercadería; esto se debe a que todos los productos de la red mercal los subsidia el Estado.

Debido a las altas subas de precios incontrolables originadas por el acaparamiento de grandes empresas, contrabando o desvío de producción, el Estado creó el PDVAL (Productora y distribuidora Venezolana de alimentos). Dentro del PDVAL el 80% de la mercancía proviene de productores nacionales, mientras que el 20% restante se importa; esto permite que PDVAL, junto a la red de Mercados de Alimentos (Mercal), cubra el 12% de la demanda a nivel nacional.

Salud y Educación un mismo bastión:

La Misión Barrio Adentro es una política impulsada para llevar los centros de salud a los Barrio (Villas). Se basa en darle importancia a la salud integral que incluye oftalmología, odontología, tratamientos especiales para personas de la tercera edad y para jóvenes con problemas de drogadicción. También incluye planes de deporte y esparcimiento. Estos Centros de Salud Integral están en los barrios más humildes y toda la atención es gratuita financiada por el Estado Bolivariano.

La misión Robinson enseña a leer y escribir bajo el mismo método de enseñanza cubano “YO SÍ PUEDO”. Para esto, Venezuela trajo varios operadores sociales de Cuba (como así también médicos cubanos para hacer la Misión Barrio Adentro). Los resultados de esta misión fueron muy positivos, Venezuela fue declarado por la UNESCO territorio libre de analfabetismo. Para continuar con esta política educativa, se aplica la Misión Robinson II, que fija los conocimientos adquiridos en la misión Robinson e impulsa a los estudiantes a que realicen el bachillerato.

Otra de las misiones que refuerza la calidad educativa es la Misión Sucre. Ésta tiene como objeto que aquellas personas que pasaron por las dos misiones anteriormente nombradas puedan continuar sus estudios en la Universidad Bolivariana de Venezuela (U.B.V). Esta universidad se creó en el 2004 porque la Universidad Central y la Católica no querían articular los programas educativos con el Gobierno. La U.B.V está en Caracas, y en los Estados más alejados los profesores van de dos a tres veces por semana a dictar clases en un centro de formación o en alguna sala del consejo comunal.

Todas estas misiones se interrelacionan para poder llevar adelante una política integral de inclusión social y fomentar de esta manera un nuevo tipo de ideología socialista.

Evidentemente, las nombradas políticas sociales quedan cortas a la hora de pensar en cómo construir un nuevo tipo de sociedad. Los resultados están a la vista. Se ha avanzado muchísimo en estos 11 años de revolución y los obstáculos que les quedan por saltar son grandísimos; no sólo al Gobierno sino también a la sociedad Venezolana contextualizada dentro de la ideología capitalista.

¿A qué me refiero con esto? Cuando fuimos a Venezuela no sólo nos encontramos con estas sorprendentes políticas sino también con el fuerte sesgo de frivolidad que perdura en esa sociedad de la imagen: las cirugías estéticas, la obsesión por el cuerpo, la superficialidad, la competencia, el individualismo, la publicidad y el consumismo.

Este tipo de sociedad no es ninguna novedad, tiene las mismas pautas culturales que pueden ser habituales en cualquier sociedad capitalista. Pero a instancias de construir un nuevo tipo de sociedad con nuevas relaciones sociales de producción que difamen una moral justa y solidaria (con una brecha social menor, con salud y educación garantizadas, con participación y compromiso político) debe tenerse en cuenta que existe una contraposición de valores, y que los valores del mundo capitalista constituyen una limitación objetiva. Sin embargo, la pasión por construir una sociedad equitativa prevalece en muchas personas.

Asumiendo estas limitaciones, un amigo venezolano, Arlen, nos dijo que “no sabemos si podremos lograr nuestros sueños de una vida mejor,  pero rendirnos es entregarnos a la oscuridad del capital, es dejar hacer y pasar a las corporaciones trasnacionales y correr el riesgo de perder con el tiempo hasta nuestra identidad nacional e incluso de perder la conciencia como seres humanos. La lucha es larga, y hay que aligerar la carga, pero es la lucha ineludible, y como decía Luxemburgo: ‘Socialismo o Barbarie’ ” ■


[1] Fuente de datos aquí nombrados: Instituto Venezolano de Análisis de Datos, Iberobarómetro; Latinobarómetro; Ministerio de planificación y desarrollo.

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